La inseguridad es la principal preocupación de los habitantes de Nueva Granada, un barrio ubicado en la localidad Suroccidente de Barranquilla. Por ende, ven el deporte como ese refugio que aparte a los niños de los malos pasos, e impulse la comunión entre los vecinos.
Entonces, el anterior panorama se nota al recorrer las calles desoladas de este barrio poblado por 4.608 personas. La mayoría de casas enrejadas y puertas cerradas con candado. De pronto, el bullicio se escucha a lo lejos, un silbato suena esporádicamente, mientras que hombres y mujeres gritan '¡Vamos, vamos!'.
Proviene de la cancha Nueva Granada, donde más de 80 niños y adolescentes corren sobre la arena que cubre el suelo del amplio campo de juego, apenas el entrenador hace sonar el pito. Pero los infantes y jóvenes no son desorganizados al trotar velozmente. Ellos lo hacen en fila y detrás de una pelota blanca con porciones negras.
Para algunos, el inclemente sol de las 4:00 p.m. y la humedad no son factores que les impiden llevar a cabo el ejercicio. Es como si la lucha por dominar la esférica los anestesiara para no sentir el agotamiento, incluso cuando se les ve el rostro colorado por el impacto del ‘astro rey’.
Mientras tanto, decenas de padres de familia animan a sus familiares futbolistas aficionados desde los bordillos que rodean el terreno recreativo, que hacen las veces de tribuna en un escenario que se asimila al estadio Metropolitano o al Romelio Martínez, pero no por su estructura física, sino por los gritos de la hinchada –parientes orgullosos- que ven a sus estrellas favoritas –hijos, sobrinos o nietos-.
El instructor que encabeza el cuerpo técnico, responsable de los menores mientras estén uniformados, es el exjugador profesional de fútbol Jesús María ‘Toto’ Rubio, quien pasó por Tolima, Unión Magdalena, Millonarios y Junior, donde fue dos veces campeón, y formó parte de la Selección Colombia subcampeona de la Copa América.
Por lo anterior, la escuela de fútbol Toto Rubio lleva su apodo y su apellido, donde se forman muchachos desde los dos años hasta los 16 años concentrados en la competitividad pero, al mismo tiempo, guiados con base en los valores como el respeto, la disciplina y la responsabilidad, según explicó el dirigente deportivo.
'En estos instantes donde hay una sociedad un poco complicada, nosotros somos las herramientas suficientes para direccionar a los niños con la intención de que crezcan sin miedo, ahora hay más temor por la vida que por la muerte. La escuela brinda esa oportunidad, que el niño cree hábitos importantes que lo haga útil para la sociedad y nuestro frente de trabajo es la cancha Nueva Granada', dijo el hombre de
72 años, quien pidió a las autoridades mejorar el estado del terreno.
Por esta razón, no solo se ha convertido en el referente de jugadores como Carlos Bacca, Michael Ortega y Fredy Montero, a quienes dirigió en Toto Rubio, sino que también es el referente de la comunidad del barrio Nueva Granada, que así lo señala.
Sin embargo, la escuela Toto Rubio no deja nada al azar al tratarse de menores de edad, y le dedica un espacio a la salud y motricidad de los infantes, aspectos de gran importancia, según manifiesta la psicoterapeuta del club, Milena Rubio García.
'El fútbol no es un deporte, sino un estilo de vida. Y el hecho de que en un barrio exista una cancha de fútbol, significa que existe la oportunidad para que los niños explayen de forma libre su necesidad biológica de movimiento', asegura la mujer.
Uno de esos niños es Roy Cantillo, de 11 años, quien hace siete años ingresó al equipo para desempeñarse como arquero. Su ejemplo a seguir es Sebastián Viera, portero uruguayo que milita en Junior. Y aunque lo observa continuamente en la televisión o desde alguna gradería del ‘Metro’, no descuida sus estudios de 6°, el cual cursa en la escuela Normal Superior.
'Aquí no solo se aprende de fútbol, sino también de responsabilidad y respeto a los rivales. A pesar de que ganes o pierdas, tienes que tenerles respeto a ellos', dice el menor, quien demuestra durante sus declaraciones una expresión oral adecuada así como cuando custodia el arco.
La dinámica que se observa alrededor de la cancha nota que el epicentro de Nueva Granada es precisamente el escenario deportivo: los vendedores de raspao, de mango y de bebidas refrescantes confluyen para sacar sus ganancias, aprovechando la cantidad de personas que asisten allí en la tarde, mientras que los transeúntes esporádicos detienen su andar, ven los movimientos atléticos de los deportistas y continúan su camino.