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Una cajera de restaurante, un cocinero y un repartidor de periódicos son tres personas adultas con distintas ocupaciones, pero con la misma dificultad: no encuentran un transporte formal que los regrese hasta sus viviendas, tras una jornada laboral que se prolonga hasta después de las 10:00 p.m.

Tienen otro aspecto en común: trabajan en el norte y van hacia el sur de Barranquilla y su área metropolitana, por lo que tomar un taxi no es una opción, teniendo en cuenta el 'alto costo' de la carrera a esas alturas del día, según relataron.

Por ello, aparecen los ‘toritos’ o ‘Murillo Derecho’, como se conocen a las busetas que prestan un servicio de transporte informal, pero que saca de apuros a más de un ciudadano, cuya labor finaliza a altas horas de la noche.

Los conductores que se emplean en estos buses empiezan actividades desde las 10:00 p.m. y terminan a la 1:00 a.m. en días ordinarios; pero, si es fin de semana, las labores se extienden hasta las 4:00 a.m., según indicaron.

Sin embargo, uno de ellos, quien prefirió no identificarse por no 'boletearse', ya estaba parqueado en la esquina de la calle 84 con carrera 46 a las 9:55 p.m. Justo allí inicia el recorrido. No sin antes anunciar a través de su ayudante que el bus partirá.

'¡Murillo derecho, Murillo derecho! Pilas, que se va', gritaba el colaborador, cuyo cuerpo permanecía suspendido justo en la entrada de esta buseta, con el fin de que su voz tuviera un mayor alcance a unas cuantas personas que merodeaban este sector del norte.

El preferido del cocinero

 De pronto se monta a la buseta Eulises Yaya, quien luce agitado. Es que por evitar perder el transporte corrió unas tres cuadras para alcanzarlo.

El hombre es cocinero de un restaurante ubicado en la esquina de la carrera 43 con calle 87 y todos los días camina entre las calles oscuras y desoladas comprendidas desde su lugar de trabajo hasta la esquina donde se estaciona el ‘torito’ para poder llegar a casa, en Carrizal.

'A veces uno no encuentra transporte y el único que puede coger es este, que lo lleva a uno más rápido. Aunque uno debe estar pilas, porque esto es como un recoge locos, no se sabe quién se puede montar aquí', dice el hombre de 43 años, refiriéndose a la inseguridad en estas busetas.

Pero este ‘torito’ con luces opacas azules, cortinas en la cubierta y carrocería del mismo color no lo deja al frente de su casa, sino que lo aproxima hasta Murillo con carrera 2, donde debe subir a pie o tomar una mototaxi.

'Ya es raro el bus que pase por donde uno vive. Este es el que saca de apuros a uno. Si salgo temprano, desde la Murillo hasta Carrizal me voy a pie. Pero si salgo tarde, tengo que coger después una mototaxi', agrega.