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En medio de tanques llenos de parafina de distintos colores y con la precisión de un relojero suizo a flor de piel, William Alvarado trabaja a toda marcha para cumplirle a su cita más importante en el año: el Día de las Velitas.

En un modesto taller ubicado en las entrañas del barrio Bajo Valle, el hombre suma 33 años ininterrumpidos fabricando las velas que alumbran un importante número de terrazas de los barrios populares de Barranquilla durante la madrugada del 8 de diciembre.

El día a día de William y sus dos ayudantes arranca desde muy temprano. Cuando el reloj se acerca a las 5:00 a.m., comienzan con la clasificación de la cera de velas que consiguen en cementerios, iglesias y otros lugares. 

Los 'residuos de velas', que son comprados por kilos, son divididos por colores (blanco, azul, rojo, amarillo, negro y verde) para posteriormente ser fundidos y tener el líquido que permita armar los nuevos cirios.

'Nuestro trabajo es reciclar la parafina que encontramos en algunos lugares para crear las velas', aseguró William mientras se acercaba a la máquina alemana que utiliza para que esa sustancia tome su característica forma de cilindro.

En medio de su extenuante jornada de trabajo, Alvarado recordó que su 'tesoro más preciado' lo compró hace más de 25 años con el dinero que recibió como liquidación por sus nueve años de trabajo en una fábrica de velas. Gracias a este oficio ha podido sacar adelante a su familia y brindar un trabajo honrado a algunas personas del sector.

Comentó, además, que la pita la compra con cierta regularidad en una fábrica de hamacas ubicada en la Vía 40, puesto que debe ser más resistente 'para generar un mejor fuego'.

Preparativos para la Fiesta de Velitas

Desde inicios de noviembre, William Alvarado arrancó con los preparativos para la que considera como 'la mejor temporada del año', puesto que llega a comercializar hasta 30 mil velas en esta festividad.

'Cada hora la máquina saca 160 unidades. Por eso trabajamos desde las primeras horas del día, para poder cumplir con toda la demanda. El paquete de 10 velas cuesta 650 pesos, la unidad sale a 65 pesos. En estos días también vendo faroles a 500 pesos', explicó el hombre mientras organizaba las velas que recién habían salido del horno.

Alvarado afirmó que la tradición se ha mantenido con los años: 'Aunque la competencia es fuerte con las fábricas grandes que tienen las súper máquinas y mucha infraestructura, estas velas se venden mucho en las tiendas'.

Por esa razón, indicó que su anhelo es seguir trabajando y aportar un granito de arena para que esta tradición no muera.