Tres cabos sujetan con fuerza al barco B Atlantic de unos barrotes en Siape. La embarcación está atracada en el muelle de Michellmar, justo a un extremo del Gran Malecón de Barranquilla, desde mediados del año pasado. Desde entonces, los vestigios de lo que fue un buque carbonero se ha convertido en un símbolo de ese sector de la ciudad.
Es jueves por la tarde y Augusto Bolívar, un hombre de 68 años, saca del bolsillo del pantalón un smartphone. Hace las maniobras de desbloqueo, busca el icono de la cámara y le pide el favor a otro visitante del Malecón que le tome una foto, no sin antes dar unas instrucciones precisas: 'Necesito que salga el barco hacia la parte derecha'.
Bolívar se quita los lentes y muestra una sonrisa. El ‘fotógrafo’ enseña a Augusto las imágenes capturadas y este parece estar a gusto. 'Mis nietos me dijeron que el barco está de moda, que no dejara de tomarme una foto con él de fondo', dice.
Pero quizás Augusto y el más de millón y medio de personas que han visitado el Malecón desde mayo de 2018 a la fecha desconocen la verdadera historia del B Atlantic.
La embarcación fue puesta en servicio en 1983, con funciones de granelero; es decir, dedicado al transporte de cargas secas a granel. Posee 186 metros de eslora y podía soportar hasta 28 toneladas de registro bruto.
A lo largo de su vida útil, el buque tuvo diferentes nombres: En 1983 fue puesto en servicio bajo la identificación de Ming Jade, dos años más tarde fue llamado el Ming Yu. Siete años después fue nombrado Markos N, en el año 2000 navegó los mares identificado como el Costas y cinco años más tarde fue denominado el B Atlantic, nombre con el que la nave recorrería el mundo por última vez.