Una brisa de unos 50 kilómetros por hora, a orillas del río Magdalena, hace que una lancha se tambalee al choque de las olas. Dos hombres suben a la embarcación y llevan consigo una pequeña caja negra, un par de baterías de carro y un maletín de plástico grande. La situación deja entrever que partirán para realizar una tarea significativa en la arteria fluvial más importante del país: La medición que determinará el calado autorizado para el canal de acceso al Puerto de Barranquilla.
Una vez sobre la nave, los hombres se ponen los salvavidas naranja sobre un overol azul turquí, prenden un computador, instalan una antena en el techo de la embarcación, desamarran la lancha de un muelle de metal y encienden el motor. Parten desde el kilómetro 9, a la altura de la Dirección General Marítima (Dimar), y se adentran en las turbulentas aguas del río.
La lancha, una plataforma de levantamiento hidrográfico, se dirige a analizar el relieve del fondo del río; es decir, determinar las distintas profundidades a lo largo del caudal. Al procedimiento, en el mundo náutico, se le conoce como batimetría, una manera de conocer e informar las condiciones 'de calidad' de la zona navegable, para que los buques puedan dirigirse, sin contratiempos, a los terminales marítimos.
La batimetría
La Soundermax II, también como se le conoce a la lancha, es conducida por el suboficial segundo David García Becerra y el suboficial tercero Dimir Guerrero Ortega, quienes son los hidrólogos encargados de realizar a diario el análisis de la profundidad y las variaciones del suelo del río Magdalena, sobre todo del canal navegable.
La fuerte brisa hace que se formen pequeñas olas en el río que hacen que la lancha tenga movimientos repentinos. El personal va agarrado con fuerza de las barandas de la embarcación. 'Con estas ventoleras esta labor se torna más difícil, porque la nave se mueve mucho y hace que perdamos la concentración muchas veces', dice uno de los hidrólogos.
Una vez que los hidrógrafos están sobre la embarcación el computador comienza a marcar una serie de números que indican las distintas profundidades del río. Esas cifras provienen de un sonar que está montado en el lateral de la lancha, que a su vez lanza una onda de sonido hacia el fondo del río. La cantidad de tiempo que tarda el sonido en ir a través del agua, rebotar en el fondo y volver, informa al equipo de la profundidad real de la zona navegable.
Los elementos utilizados para la activad batimétrica comprenden un sistema de 'ecosonda monohaz' que se combina con un sensor GPS, para enviar la información a la computadora que esta sobre la lancha.