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Ante los compromisos asumidos por los líderes mundiales frente a la tuberculosis, las autoridades de salud del Atlántico aseguraron que vienen trabajando en programas de prevención y tratamiento de la enfermedad.

El secretario de Salud, Armando de la Hoz, indicó que hasta diciembre de 2018 se habían notificado 379 casos de tuberculosis sensible, siendo la incidencia de 28,9 x 100.000 habitantes.

Los municipios con mayor incidencia fueron: Santo Tomás, Galapa, Campo de la Cruz, Malambo, Palmar de Varela y Soledad, explicó el funcionario.

De acuerdo con la información entregada por las autoridades, el 85,8% de los casos fueron de la forma pulmonar, y la coinfección TB/VIH fue del 13 %.

El secretario también advirtió que el 55% de los casos se presentó en población masculina, siendo el grupo de edad más afectado el de mayores de 29 a 59 años (51%), seguido del grupo de mayores de 60 años (24%); los menores de 15 años aportaron el 5% de los casos.

El funcionario agregó que 'la mortalidad por tuberculosis en Atlántico fue de aproximadamente 1,14 por 100.000 habitantes al año 2018', e insistió en que 'tanto la infección tuberculosa latente como la tuberculosis activa tienen tratamiento, el cual es gratuito'.

Las autoridades de salud invitan a fortalecer y empoderar la red de apoyo del paciente en su entorno familiar y en los demás entornos en los que desarrolla sus actividades cotidianas, porque la tuberculosis es curable y cuando se trata adecuadamente no hay riesgo de transmisión.

Dentro de las acciones departamentales para la erradicación de la enfermedad, se realizan capacitaciones y talleres con secretarios de Salud municipales, en los que se socializará el ‘Plan Estratégico Hacia el Fin de la Tuberculosis, 2016- 2025’, así como la coordinación y seguimiento de las acciones de búsqueda activa de sintomáticos respiratorios en los municipios.

Enfermedad curable

La tuberculosis es una enfermedad curable causada por un bacilo llamado Mycobacterium tuberculosis, que se propaga a través del aire cuando una persona tose, estornuda o habla. Generalmente afecta los pulmones, pero también otras partes del cuerpo como los ganglios, las meninges, los huesos, la piel u otros, a este tipo se le conoce como tuberculosis extrapulmonar.

No todas las personas expuestas a la enfermedad la desarrollan, dada la protección que confiere el sistema inmunológico o de defensas del organismo, por lo tanto, existen dos formas de tuberculosis: la infección tuberculosa latente, y la enfermedad de tuberculosis (activa).

El síntoma característico es la tos con expectoración (flema) por más de 15 días acompañada de otros síntomas, como fiebre, pérdida de peso y sudoración nocturna.

La enfermedad se diagnostica generalmente a través de la valoración clínica de la persona que presente los síntomas, para lo cual el médico tratante podrá ordenar exámenes como la baciloscopia, el cultivo y los rayos X de tórax.

Una persona que tenga diagnóstico confirmado de tuberculosis pulmonar y que no haya iniciado tratamiento, puede expulsar bacilos infecciosos al ambiente a través de la tos, el estornudo, al escupir o al hablar especialmente a los contactos más cercanos de su familia, estudio o trabajo. Se estima que una persona sin diagnóstico y tratamiento puede llegar a infectar de 10 a 15 personas por año.

La tuberculosis no se transmite por dar la mano, ni por compartir alimentos u objetos, ni por darle un beso o abrazo a la persona afectada. Esta enfermedad no es hereditaria y no discrimina edad, raza, sexo o estatus social o económico.

Cómo prevenirla

En menores de un año se puede prevenir con la vacuna de BCG para evitar formas graves de tuberculosis.

En niños que tengan contacto con una persona enferma de TB, debe ser evaluado por el médico para descartar la forma activa o iniciar el tratamiento para la infección tuberculosa latente.

En adultos se puede disminuir el riesgo con la adopción de hábitos de vida saludable como evitar o limitar el consumo de tabaco, sustancias psicoactivas y alcohol, mantener una alimentación sana y prevenir el contagio con el VIH.

La persona enferma puede proteger la boca y la nariz al toser o estornudar.

En lugares hacinados se debe garantizar la ventilación e iluminación natural, lo anterior ayuda a eliminar el bacilo.

Una persona enferma debe acceder al tratamiento lo antes posible, con esto se corta la cadena de contagio y evita la propagación de la enfermedad.