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Solo dos días después de la celebración de los 135 años de haber erigido en villa a Barranquilla, el caos y el fuego se apoderaron de la ciudad a causa de la muerte del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá.

Aunque el asesinato del político liberal se registró a cientos de kilómetros de la capital del Atlántico, en los anales de la historia se cuenta que la violencia y el desorden reinaron en gran parte de la ciudad durante la tarde del viernes 9 de abril de 1948.

Lo sucedido ese fatídico día se quedó grabado en la memoria de Rafael Iglesias. A pesar del transcurrir de los años, en su retina se encuentran tatuados todos los sucesos que presenció en el centro de Barranquilla, luego de conocerse el deceso de Jorge Eliécer Gaitán.

Justo en esa época, Iglesias contaba con 18 años de edad y cursaba su cuarto año de formación comercial en el Colegio Salesiano de San Roque, una reconocida institución educativa ubicada en plena calle 30, entre carreras 36 y 38, de la capital del Atlántico.

Justo cuando el reloj marcó la 1:00 p.m., Rafael y sus compañeros se aprestaban a ingresar a uno de los salones para comenzar la segunda jornada del día y así participar en una discusión sobre el deber ser de los católicos en la clase de apologética que lideraba Stanley Matutis, un estricto religioso lituano que se caracterizaba por su puntualidad.

Los envían a casa

 Como un signo premonitorio, el sacerdote llegó hasta el salón con unos 15 minutos de retraso para informarlos del hecho más transcendental en la historia reciente de Colombia. 

'Apenas llegó nos dijo: Les voy a dar una noticia muy grave y que, de ser cierta, le va a producir mucho daño a Colombia. Se dice que en Bogotá fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán', relató Rafael Iglesias con cierto dejo de nostalgia en la voz. 

Debido a ese acontecimiento, recordó, los religiosos tomaron la decisión de enviarlos a sus casas, debido a que por la avenida Boyacá empezaban a aparecer grupos de personas que se dirigían hasta las sedes de las emisoras, ubicadas en cercanías al Paseo Bolívar, y así enterarse de lo que sucedía en la capital.

Junto a varios compañeros, Rafael emprendió el regreso a casa. Transitando por toda la calle 30 notó que el ambiente era muy tenso. Incluso, llegando a la carrera 30 —a pocos metros de su vivienda— presenció la destrucción de una ferretería por parte de la encolerizada turba. 

'Nosotros éramos un grupo de jóvenes bisoños, pero decidimos seguir a los manifestantes para ver qué sucedía. El temor empezaba a apoderarse de la ciudad', dijo el hombre, quien en pocos meses cumplirá 89 años de vida.

En medio del relato, la piel se le empieza a erizar en el momento que rememora lo sucedido en el Colegio Salesiano de San Roque, que estuvo a poco de salvarse de los protestantes, pero al final terminó consumido por las llamas.

'Al llegar hasta ese punto, trataron de tumbar el portón principal de acero, el cual no cedió a pesar de los golpes que le daban. Los manifestantes ya se iban a dar por vencidos y desistir de la idea de ingresar al colegio, cuando una vendedora les indicó que era más fácil entrar por otro portón, puesto que al lado había un hueco y así lo podrían abrir', agregó.

En ese momento, solamente los sacerdotes se encontraban en el colegio. Debido a que era víspera de Semana Santa, varios religiosos habían llegado para apoyar los eventos litúrgicos y por eso se encontraban alojados en las habitaciones del tercer piso.