La historia de Barranquilla se escribe desde los altares de sus iglesias, monumentos no solo al catolicismo y a la religión, sino también al arte y al crecimiento de una urbe portuaria como la capital del Atlántico.
Joyas arquitectónicas, diseñadas por españoles y extranjeros, fueron dedicadas a los santos más emblemáticos de la ciudad.
Desde sus primeros días, como un pequeño caserío contiguo a Galapa, hasta su actualidad de urbe industrial y centro cultural del Caribe, Barranquilla ha tenido en iglesias como San Nicolás, San Roque y Chiquinquirá un bastión histórico y arquitectónico, capaz de deleitar a turistas y locales que las recorren durante esta Semana Santa.
Las postales de arte románico, neogótico y clásico impactan a simple vista, pero también enamoran a profundidad. En sus adentros, las iglesias icónicas de Barranquilla esconden tesoros artísticos, más allá del abandono de algunas y del desgaste.
Para religiosos, ateos y amantes del arte, en la ciudad hay a dónde ir en esta Semana Santa. Visitar estos templos, pilares del desarrollo cultural de Barranquilla, es no solo rendirle homenaje al crecimiento pujante y a la memoria de sus habitantes, sino también perderse en un viaje en el tiempo, hacia la época de las barrancas de San Nicolás o de la construcción de las torres de San Roque.
Otras iglesias como la del Carmen, con sus coloridos vitrales, o San José, una de las más imponentes, conforman, junto a las antes mencionadas, un quinteto de estructuras sobrias, monumentos a la influencia cultural de la ciudad. Arquitectos españoles, en su mayoría, le dedicaron a Barranquilla el diseño de estas catedrales, edificios históricos y clave para adentrarse en la tradición de ‘La Arenosa’.