A pesar de los controles que realizan las autoridades ambientales, la hicotea continúa siendo una de las especies más solicitadas para el consumo en época de Semana Santa. Estos animales se mantienen en una lucha entre la tradición y la prohibición por su caza y venta ilegal.
Para encontrar una hicotea en Barranquilla basta con ir hasta el mercado de granos para comprarla. EL HERALDO hizo un recorrido por ese sector y de manera clandestina 'los comercializadores ilegales' las ofrecen al mejor postor. No están exhibidas, ni hacen parte del muestrario de animales del lugar, en el que perros, pájaros, gallinas, conejos y hámster se ofrecen como si se trataran de frutas y verduras.
En plena plaza de mercado, en donde se observan cámaras de seguridad y uno que otro policía, los vendedores se las ingenian para ocultar 'el preciado tesoro'. Después de pedirlas, traen un saco con cuatro de estos animales y de forma disimulada las ofrecen a los potenciales clientes. Se nota la desconfianza de los tres hombres, uno de ellos asegura que la próxima semana deberá cumplir con una citación porque la Policía Ambiental le incautó una guacamaya, por lo que pide prudencia para no volver a 'darle papaya' a la Policía.
En el saco las cuatro hicoteas, con el caparazón hacia abajo, patalean como queriendo encontrar un mejor espacio, mientras tanto los hombres insisten en hacer pronto el negocio y piden por ellas $50 mil; eso sí, sin derecho a descuento. Argumentan que no es fácil hallarlas en otro lugar, debido al control que ejerce la autoridad ambiental.
'Estas son grandes, lléveselas dos en $100 mil y se las meto en una caja', dice uno de los vendedores a quien el paso del tiempo le preocupa, ya que no ha cerrado el negocio.
Finalmente las hicoteas no se compraron, porque sería seguir apostándole a un comercio ilegal que contribuye a la extinción de la especie que se encuentra en estado vulnerable, según lo asegura el veterinario de Barranquilla Verde, Andrés Polo.
El funcionario agrega que el tráfico, comercialización y venta del producto para consumo de las especies silvestres está penalizado por la ley y, según el Artículo 328 del Código Penal, quien se beneficie de especímenes protegidos incurrirá en prisión con una pena que puede ir desde los 4 hasta los 8 años de prisión y obtener una multa de hasta 35 mil S.M.L.V.D.
Con el tráfico de especies se viola, además, el componente ambiental, porque se afectan los ecosistemas, teniendo en cuenta que esos animales cumplen una función biológica en su medio. Cada animal tiene una función que contribuye al balance de un ecosistema. Las hicoteas, por ejemplo, se encargan de controlar algunas especies acuáticas.
La autoridad ambiental también insiste en que el tráfico de estas especies se convierte en un atropello, por la forma como cazan al animal y el peligro al que someten al consumidor final, ya que después de extraer la carne la mayoría del tiempo no se cumple con las condiciones requeridas para su consumo.
Según el veterinario de Barranquilla Verde, estas situaciones podrían provocar enfermedades en las personas.