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Los 4 mil metros cuadrados del Invernadero ViVerde en Barranquilla tienen camas y mesas, pero no para dormir sino para que crezcan varias especies de plantas. Hoy, cuando se celebra el Día del Árbol, este espacio ubicado en el antiguo Jardín Botánico, en pleno corazón del barrio La Victoria, es el único invernadero de carácter público con el que se pretende recuperar la memoria verde de la capital del Atlántico.

El programa de Barranquilla Verde comenzó en octubre de 2018 con una proyección de 500 visitas entre octubre y diciembre; sin embargo, en ese mismo periodo recibieron 800. 

En lo que va del año, según las estadísticas que tienen, ya han superado las 2.000 visitas de personas que se han llevado 5.000 plantas y pequeños árboles para sembrar en casas y colegios. 

'Es el primer centro de integración ambiental público y gratuito del país', señala su coordinadora Angelines Mendinueta, quien explica que si bien hay otros espacios como el Jardín Botánico de Medellín, que son gratis, su ingreso 'es de una fundación y no pertenece a la ciudad, sino a un privado'. 

Mendinueta está acompañada de los ‘Guardianes de la semilla', en su mayoría son colegas ingenieros ambientales, que ayudan en el regado y cuidado de las plantas junto a los guardaparques del resto del recinto, que mantienen sanos a los 748 árboles de 48 especies que rodean el invernadero.

El invernadero no es solo una pequeña huerta en el corazón de este parque, sino también una gran bodega y sembradero, pues todos los árboles, flores y arbustos que adornan los nuevos parques en la ciudad, salen de allí. 

Otras especies

El invernadero no solamente mantiene viva la esperanza de árboles tradicionales de la cultura barranquillera, sino que también ayuda a crear espacios auto sostenibles con agricultura orgánica. 'Esto es una experiencia polisensorial porque aquí vamos a tocar, oler, sentir, todo lo que es la naturaleza en vivo y en directo'. 

Con el proyecto manejan que si a una persona le cuesta más de $2.000 mantenerlo entonces ya no es rentable. 'Lo que buscamos es crear conciencia de lo económico a lo social. Las personas asumen el proyecto, les enseñamos a sembrarlo y se lo llevan para su casa'. 

Por eso invitan a que 'nos visiten, se den cuenta de la importancia que tiene este lugar porque no solamente es ver esto como una huerta sino que sientan, que conozcan, que se concienticen y que todos se vayan con la idea de querer hacerlo. Una planta es un hijo', manifiesta Andrea Cárcamo, ingeniera ambiental que hace prácticas en el invernadero.