El incendio registrado el pasado domingo en una estación de servicios (EDS) en Chiriguaná, Cesar, alertó a Rosalba Arteta del peligro que corre ella y su familia al residir cerca de una gasolinera.
La mujer de 60 años dice que lleva poco más de 20 años viviendo en el barrio Olaya, en la localidad Suroccidente de Barranquilla, pero hace 15 años una sociedad decidió construir y habilitar una estación de servicios frente a su casa, en la carrera 38 con calle 69. Asegura que desde ese momento su tranquilidad 'terminó'.
El hecho de vivir frente a una bomba de gasolina solo alimenta las imágenes negativas en su mente con respecto a lo que pudiese pasar si se presenta una emergencia.
'Cada vez que veo noticias sobre incendios en gasolineras me estreso. Me pongo a pensar muchas cosas e incluso demoro hasta una semana con esa paranoia', relata la mujer.
Pero la situación —según afirma— no solo le afecta su salud mental, pues desde hace más de dos años el fuerte olor a gasolina ha generado malestares físicos en su organismo.
'Yo no puedo sentarme en la terraza de mi casa porque el olor a gasolina es muy fuerte. Muchas veces me da dolor de cabeza y me dan náuseas, de solo percibir el fuerte olor', asegura Arteta.
La situación que vive Rosalba Arteta es similar a la de los vecinos de al menos 20 estaciones de servicio que están ubicadas en zonas residenciales de Barranquilla, sin que alguna autoridad haya hecho algo para evitar que sigan funcionando en estos sectores En la capital del Atlántico, según cifras de la Cámara de Comercio, funcionan 144 gasolineras.
Este medio recorrió varios de los puntos donde las estaciones de servicio están rodeadas de casas. En la calle 27 con carrera 15, barrio Las Nieves, hay una de estas estaciones de dos islas y a los lados y al frente están ubicadas varias viviendas.
Margarita Narváez, residente de ese sector, asegura que la estación es 'relativamente' nueva, pese a que en su momento solicitaron a las autoridades no conceder el permiso.
'Nunca nos socializaron que iban a poner esta bomba de gasolina. Durante la construcción estuvo encerrada con láminas de zinc y no fue hasta poco días antes de su inauguración que nos percatamos de que sería una gasolinera', cuenta Narváez de 69 años, de los cuales lleva 60 en Las Nieves.