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La preocupación no deja dormir por las noches a Daniel Patiño. Para este veterano vendedor de quesos, el calendario se ha convertido en su principal ‘enemigo’ ante la falta de claridad con relación al proceso de recuperación que se adelantará en el que ha sido su 'hogar' por más de 60 años: el Mercado de Granos.

A esta icónica edificación –sembrada en plena calle 28 con carrera 41, a pocos pasos del Caño Arriba– llegó este hombre cuando solo tenía 16 años y empezó a trabajar en la comercialización de productos lácteos en medio de locales dedicados a la venta de granos, especias y frutas.

En la actualidad, cuando es reconocido como el único quesero en esta plaza de mercado, describe como 'incierto' su futuro debido a que no les están brindando las 'garantías' necesarias para continuar con su labor desde el próximo primero de julio, cuando se proyecta que comiencen las intervenciones al centenario edificio.

'Ese proyecto no ha sido socializado de la mejor manera entre nosotros, aún existen muchas dudas que no han sido resueltas y el plazo para salir de acá cada día está más cerca', sostuvo mientras atendía a varias personas que llegaron hasta la ‘vitrina’ de su pequeño local.

La misma intranquilidad se apodera de Yomaira Izquierda, propietaria de uno de los 150 locales comerciales ubicados al interior del Mercado de Granos.

Esta mujer, dedicada al comercio de sombreros, chinchorros, hamacas, alpargatas y otras artesanías, asegura que no están en contra del desarrollo de la ciudad y que lo único que exigen es que se les brinden soluciones para seguir trabajando y poder devengar el sustento para sus familias.

'No vamos a aceptar que nos saquen de acá a la fuerza. Además, no contamos con un documento que nos garantice que regresaremos al mercado cuando se finalicen las obras', expresa la comerciante.

En medio de su relato, recuerda que las malas condiciones en que se encuentra el centenario edificio ha sido una de las causas de que las ventas de granos hayan mermado para darle paso al comercio de artesanías y ropas de segunda mano.

Silvio Maestre, otro comerciante, sostiene que les han ofrecido una ayuda mensual cercana a los 600 mil pesos, pero esos recursos no serían suficientes para cubrir el arriendo en otra zona del centro de la capital del Atlántico.

'No vamos a salir hasta que nos brinden una solución que nos sirva a todos. En este momento no tenemos ninguna garantía por parte de las autoridades', explica el hombre, quien es el propietario de una remontadora que funciona en la zona desde hace 38 años.

Cleotilde Ávila, otra de las artesanas del Mercado de Granos, dice que han sufrido mucho por el mal estado de la edificación, pero 'esto es lo único que tenemos. Este local tiene 54 años de tradición y sería muy triste que se llegue a perder'.