Se considera ruido al sonido molesto, ensordecedor o excesivo que se prolifera de forma constante o simultánea en un área determinada, afectando la calidad de vida de las personas y animales. A diferencia de otras formas de contaminación, el ruido no se acumula, pero tiene un impacto directo e inmediato en el entorno, convirtiéndose en una problemática ambiental que debe considerarse y atenderse.
Pese a que el aire que nos rodea está lleno de sonidos, la mayoría de las personas no asegurarían estar rodeadas de ruido. Sin embargo, para algunos, las fuentes de sonido persistentes y crecientes son una molestia que puede traer consecuencias importantes para su salud. Cuando los niveles de ruido o la exposición prolongada a este, sobrepasan lo que el oído puede tolerar, pueden causar afectaciones físicas y psicológicas; de allí el nombre de contaminación sonora.
Organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud – OMS, han alertado sobre la pérdida progresiva de la capacidad auditiva del ser humano. Esta entidad indica que un sonido ideal para el descanso y la comunicación humana, no debe superar los 55 decibeles (dB). Asimismo, el límite de ruido tolerable para el oído sería de 70 decibeles (dB).
La ‘Ley de aire limpio’, de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos –EPA, en su Título IV, relacionado con la contaminación por ruido, dice que un sonido se vuelve no deseado cuando interfiere con actividades diarias como trabajar, dormir, conversar e interrumpe o disminuye nuestra calidad de vida. Según la agencia, el hecho de que el ruido no se pueda ver, oler o saborear, explica por qué no ha recibido tanta atención como otros tipos de contaminación, como la del aire o del agua.
Fuentes de ruido y sus efectos
La contaminación ambiental por ruido se origina a través de fuentes móviles (tráfico terrestre, tráfico aéreo, perifoneo) y fuentes fijas (establecimientos comerciales, pymes, grandes industrias, construcciones, etc.), a las que nos exponemos diariamente.
Los estudios han demostrado que la exposición continua al ruido, no solo causa molestias, sino que puede ocasionar: trastornos del sueño, estrés, ansiedad, depresión, irritabilidad, agresividad, baja productividad, alteración de la tranquilidad y reducción en la calidad de vida y el bienestar de las personas.
Además, existe evidencia científica de que puede conducir a trastornos cardiovasculares si se pasan largos períodos en entornos ruidosos. Así lo indica el artículo 'Efectos cardiovasculares de la exposición al ruido ambiental', de Münzel, Gori, Babisch y Basner (2014).
La contaminación sonora también produce interferencia del habla y pérdida de la audición, siendo este el efecto más común, aunque las investigaciones han demostrado que la exposición a niveles de ruido altos o constantes, puede causar innumerables efectos adversos en la salud como los mencionados.
En la infografía se observan los niveles de ruido más comunes y sus efectos en el ser humano.