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Milagros es un personaje y no hay adjetivo costeño más versátil, abierto y significativo que ese. Ser un personaje no es solo llamar la atención de manera espontánea y no tener pelos en la lengua para decir las cosas.

Para ser un personaje, de esos que se quedan en la retina de los demás para siempre, hay que ser autóctono y tener una personalidad arrolladora. Hay que causar una primera impresión duradera, pero que no sea fingida, y ganarse la admiración secreta de todo el que lo mire. Ser un personaje no es tarea sencilla, pero ese es el secreto de Milagros y todos los que son como ella. Es algo que no se ensaya; ser un personaje es algo que fluye.

Milagros es una mujer morena, de contextura gruesa y con un tono de voz peculiar. Tan peculiar, que puede pasar de un susurro dulce, o un comentario inocente, a un alarido lleno de vulgaridades y maldiciones, que generalmente le dedica a sus enemigos o a los que no le pagan, algo que, según dijo, detesta con un odio profundo. Casi en igual medida, pero no en las mismas proporciones, aborrece la vagancia y que las personas no sirvan para trabajar. Ella misma, por contar un caso, lleva 40 años vendiendo flores a las afueras del Cementerio Universal de Barranquilla. A base de esfuerzo y sudor, dice ella, se compró tres casas y le pagó la universidad a su hija. Milagros es su propio ejemplo de vida.

Pero detrás de su armadura de mujer fuerte y elocuente se esconde su verdadero rostro: el de una persona de la tercera edad, solitaria, que cada vez observa –a pesar de sus triquiñuelas y maniobras para cobrar plata– que los demás no la respetan y le pasan por encima. Por esta razón Milagros carga una enorme zozobra, una tristeza que la llevó a un juzgado de paz.

En una de sus casas, que arrendó para recibir un ingreso fijo todos los meses, los dos inquilinos no le quieren pagar el arriendo. El del primer piso, vendedor de zapatos, y el del segundo, policía, 'se están haciendo los pendejos' hace más de 60 días, contrayendo con ella una deuda que supera los tres millones de pesos.

Y es que ella es una mujer que está sola. Según dice, su hija, que es tan bonita que no le creían que era de ella y por la que la acusaron de ser una barriga de trapo, ya está terminando la carrera y posiblemente se vaya a estudiar a Europa. Tanto es el amor por ella, que Milagros cuenta que durante el embarazo le tocó tomarse fotos 'en bola' para demostrarle al mundo entero que esa niña sí era su hija, la misma que todo este tiempo después sigue cautivando con la misma belleza, como su mamá cuando era joven.

Al despacho acudió sobria, maquillada y con las uñas pintadas. Llevaba puesta una réplica de la camisa de la Selección Colombia, con la que jugaron el mundial de Rusia, y unos jeans. Ella había citado a los dos morosos a audiencias consecutivas. Una era a las 10:00, con el vendedor de zapatos, y la otra a las 11, 'con el bollón del policía'. 'Ese se cree que como es policía no me va a pagar mi plata. Yo no soy boba ni caída del zarzo', propinó Milagros furiosa al entrar a la oficina, regodeándose como un animal que saca sus espuelas antes de un combate a muerte.