La construcción del barrio El Prado es uno de los sucesos urbanos que marcaron la morfología de Barranquilla y su posterior reglamentación. Su legado arquitectónico, histórico y urbanístico llega a los 100 años en medio del debate de la academia por su conservación y la expectativa de sus residentes por el futuro que le espera a esta joya arquitectónica de la ciudad.
La celebración denominada ‘Prado 20/20’ comenzó de la mano de las facultades de arquitectura de las más importantes universidades de la ciudad, que buscan destacar, además, la importancia de la primera urbanización diseñada y ejecutada como proyecto urbano en Barranquilla, el cual terminó convirtiéndose en un referente nacional.
Es así como las universidades del Norte, Autónoma del Caribe, del Atlántico y la Universidad de la Costa, con el apoyo de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Cámara de Comercio de Barranquilla, la Cámara de Comercio Americana, la Secretaría de Cultura de Barranquilla y el colectivo Todomono, han planeado varias actividades para abrir el debate sobre cómo conservar uno de los barrios más antiguos de la ciudad.
Los académicos coinciden en que existen varias estrategias para la conservación y protección de esta urbanización ideada por Karl Parrish. En ese sentido, plantean que en el uso de suelo del barrio se priorice la vivienda frente al uso comercial e institucional.
Marcela Cuellar, decana de la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Atlántico, explica que debe existir una mixtura de usos, una articulación entre la vivienda, lo institucional, lo recreacional y lo comercial.
Otro punto esencial para Cuellar es el rescate de las tradiciones, los saberes que con el tiempo han sido parte de la cotidianidad del barrio.
Desde su punto de vista, el hecho de que la gente viva en los sectores patrimoniales y los defienda es importante porque de esta manera se conservan sectores como El Prado, que tiene unas áreas en donde la gente puede vivir, está bien arborizado y cerca de todo; es decir, que sus condiciones de habitabilidad son privilegiadas.
'Uno puede reciclar estructuras, ya las casas tan grandes no se usan porque las familias son diferentes, pero si se pueden acomodar varias familias en esas casas de manera adecuada y gozar de los privilegios de este barrio. Soy una defensora de habitar el patrimonio para mantenerlo vivo, porque de lo contrario se muere, se vuelven focos de delincuencia, los edificios se deterioran y las prácticas culturales se pierden', dice Cuellar.
Samuel Padilla Llano, decano del Departamento de Arquitectura y Diseño de la Universidad de la Costa, cree que para preservar la imagen de El Prado se debería recuperar la memoria urbana del barrio, poniendo el valor histórico del patrimonio tangible e intangible en el discurso colectivo de los ciudadanos.
El especialista dice que es necesario desarrollar un proceso de regeneración urbana, protagonizado por el reciclaje urbano de edificaciones y casas en desuso, para nuevos usos orientados a la cultura y la reivindicación de esa memoria: Museo, Casas culturales, etc.
Cree que es necesario desarrollar un sistema comunicacional que permita –a ciudadanos y visitantes– leer, sentir y vivir la memoria de El Prado, con elementos de señalética y con criterios de inclusión social, con accesibilidad universal. Adicionalmente se debe establecer una visión para transformación e intervención de las edificaciones con declaratoria en el barrio, que les dote de actividad, que no exista ningún bien sin un uso o función privada, pública o colectiva.