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Rosina Pallares de Pacheco, a sus 95 años, no deja de ejercer su derecho al voto. Desde las 5:00 de la mañana alistó sus cosas para cumplirle la cita a la democracia y así fue como antes de llegar el mediodía votó a conciencia por sus candidatos afines en el Instituto La Salle.

Está nonagenaria mujer llegó en compañía de su hermana Aida Pallares de 85 años. A paso lento, pero seguro, registró su huella en el control biométrico y ahí apareció donde debía depositar su voto, en la mesa 4.

Su llegada no pasó desapercibida ante el resto de sufragantes, para ella esta actividad democrática es como una fiesta que se debe tomar en serio. En medio de las mesas, empezó a recordar anécdotas de su vida como ciudadana, entre ellas narró, como si fuese ayer lo que estaba haciendo el día que mataron a Jorge Eliécer Gaitán.

Expresa que en su pueblo; Arjona, Bolívar, llegó la noticia de que la 1 de tarde habían asesinado al caudillo. Muchos se sumieron en una profunda tristeza, pero ahí en ese momento cuando la violencia se recrudeció en Colombia, las autoridades tomaron la medida de decretar un toque de queda para evitar que los habitantes del pueblo perdieran el control y entre ellos mismos, por la rabia, se matarán entre sí.

Rosina también contó entre los asistentes la anécdota de cómo le iban a cambiar su puesto de votación y se opuso rotundamente porque lleva más de dos décadas sufragando en el Instituto La Salle. 'Yo dije que si me cambiaban mi lugar de votación, no votaba más. Y ahí la dejaron, sufragando en el Instituto La Salle'.

Afirma tener su conciencia limpia porque no le vende el voto a nadie y hace un llamado a las nuevas generaciones para que no vendan su voto y acaben con esa práctica, que para ella habla mal de quien lo compra y quien lo vende.