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Por la cabeza de Luis Eduardo Rodríguez Flórez pasan una y otra vez, como una película, las escenas de unos hombres vestidos de negro que reventaron la reja de la terraza para irrumpir en su propiedad, al despuntar del alba del pasado jueves 5 de diciembre.

Todos estaban en pijamas, no habían terminado de despertar, cuando fueron obligados a salir de sus cuartos para que los uniformados del Grupo de Operaciones Especiales, Goes, de la Policía Metropolitana de Barranquilla, adelantaran un operativo de allanamiento en el inmueble, ubicado en la calle 15 No. 15-130, en el barrio La Luz.

'Solo preguntaban que dónde estaba la droga, que les entregara la droga, que ellos sabían que aquí estaba, y yo no entendía de qué me estaban hablando. Empezaron a revolver todas las habitaciones', contó el Capo, como cariñosamente conocen a Rodríguez Flórez en la cultura picoteril por sus días de toques con el famoso Solista.

'A mí me estrellaron contra la pared, y me golpearon en el brazo, me maltrataron las manos. La puerta del cuarto de mi hijo la patearon y lo obligaron a arrodillarse, a mi esposa y mi hija, que estaban en paños menores, las obligaron a salir de la casa, mientras ellos revolvían todo', relató el hombre.

Ahora que rememora ese amargo episodio, al Capo le es imposible no llorar.

'El verme ahí esposado, presentado como un delincuente, pensé en mis padres, mis hijos, sentí vergüenza, no podía creer que eso me estaba pasando', relató.

Una vieja escopeta que guardaba en la última gaveta de una cómoda ubicada en su habitación fue la 'excusa' para que los agentes, que después de una hora de revolotear entre sus cosas no encontraron la droga que habían ido a buscar, lo capturaran.

'Cuando ellos preguntaron por armas yo mismo les dije que tenía una que era una reliquia que perteneció a mi difunto abuelo, y la tenía porque pensaba colgarla en la pared, de ahí fue que se agarraron', contó.

Dice el Capo que en el operativo también había uniformados de la Sijín que le decían que se llevarían a su esposa e hijos detenidos porque alguien debía 'responder' por esa arma.

'Yo les dije que yo asumía lo que hubiera que asumir, pero que a mi familia no la tocaran. Me amenazaron hasta con llamar al ICBF para que se hicieran cargo de mi hija menor. Me presionaban para que yo aceptara y confesara que sí había drogas en mi casa, pero después de más de una hora buscando y que no encontraron nada, ellos mismos me decían que no entendían por qué les habían dado esa orden, que quién me había querido hacer esa maldad', reveló Rodríguez Flórez.

El Capo señala que lo sacaron sin esposas de la casa y lo montaron en una camioneta con rumbo a Medicina Legal para que fuera valorado y dejar constancia de que no había sido agredido, luego lo llevaron a la URI donde le tomaron la fotografía que le dio la vuelta a la ciudad en donde lo presentaban como detenido por porte ilegal de armas de fuego.