Francis Tejedor creció escuchando historias afro. De mujeres cuyos cabellos eran tan ensortijados que no podían ser sujetados en una sola cola de caballo, de mujeres cuyas trenzas revelaban un camino secreto para fugarse y sentirse (y ser) libres, y de mujeres cuyos peinados escondían semillas para asegurar su alimentación. Esas historias afro eran historias siempre de resistencia. Francis tenía 13 años.
Vivía en Barranquilla, en el barrio El Valle, lugar de residencia de muchos afrocolombianos, y estudiaba en un colegio donde poco le hablaban de su condición. Pero cuando salía, sobre todo en los fines de semana, asistía a las charlas y los talleres de una organización de comunidades negras (Ángela Davis) y entonces escuchaba una y otra vez sobre resistencia y reivindicación.
'Crecí conociendo nuestra condición afro, cultural y política. De niña no lo entendía tanto, pero ahora he buscado formas para reafirmar mi identidad: soy negra y estoy orgullosa de serlo', dice Francis, quien junto a su prima Juany Herrera impulsó hace dos años una marca de accesorios con simbología afro: ‘Sankofa’, que más que una palabra es considerada una filosofía africana. Significa 'volver a la raíz'.
Juntas impulsaron también, en compañía de otros amigos, la feria ‘Barranquilla Afro’, una plataforma cultural y de emprendimiento para promover una cultura de 'orgullo afro' que este año celebró su tercera edición en la ciudad.
‘Barranquilla Afro’, una iniciativa autónoma y financiada por los mismos jóvenes que la organizan, estuvo abierta al público este fin de semana en los jardines de la Galería Plaza de la Paz con al menos 10 stands de empendimientos inspirados en la riqueza e identidad étnico–cultural de la comunidad afro. Además, la feria ofreció talleres, conversatorios y muestras culturales.