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Donde la carrera 41 desaparece para abrirle paso al comercio sobre la calle 30. Donde el olor a hierbas es penetrante y la luz del sol no llega al piso porque hay techos de paja y zinc por todos lados. Ahí donde casuchas llenas de plantas medicinales y brebajes de todo tipo ocupan el paisaje, en ese lugar, hace 32 años, trabaja Henry Ospina Medina.

Le dicen Chino por sus ojos medio cerrados, como asiáticos, pero es tan colombiano como Armero, el pueblo santandereano en el que nació y del que salió vivo a pesar de la tragedia de aquel miércoles 13 de noviembre de 1985. Pocos conocen cómo fue que se salvó porque es más famoso por ser uno de los más veteranos hierberos de esa esquina del Centro de Barranquilla.

Cuenta Henry que desde joven obtuvo todo el conocimiento que debe tenerse sobre el campo. Que sembrando y cosechando se hizo hombre, que gracias a la cosecha fue que su familia y él pudieron salvarse, y que con las plantas ahora se ganan la vida.