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El sonido de un tambor, el olor a bollo de mazorca, la corneta del carro del raspao y el colorido de decenas de lienzos alusivos al Carnaval que se asoman por una ventana, hacen parte de la información genética que tiene Barrio Abajo.

Son 79 manzanas las que conforman este barrio que en su ADN tiene historia, cultura y tradición.

Bajo este argumento, la Alcaldía de Barranquilla lo declaró como Área de Desarrollo Naranja, entendida como un espacio geográfico que se ha delimitado y reconocido a través de instrumentos de ordenamiento territorial.

La idea de esta denominación es incentivar y fortalecer las actividades culturales y creativas por considerarse como un sitio con alto potencial de economía creativa.

En el caso de este territorio es reconocer y darle valor a las actividades que, más allá del Carnaval, tienen lugar en los grandes patios, en donde se hacen los famosos sancochos, en las terrazas coloridas y en las cuadras, en las que es usual encontrar a un artista o hacedor cultural.

Por ejemplo, en la carrera 53 B con calle 46, en pleno centro de Barrio Abajo, la cotidianidad es ir a comprar bollos de mazorca en la casa de Hilda Pérez, una de las 21 matronas del barrio que hace parte del programa Fogones del Saber Afro.

Esta idea de gastronomía afropalenquera se realiza el último domingo de cada mes en una de las calles de Barrio Abajo.

Para la coordinadora del programa afro, Sielva Herrera, este reconocimiento que recibe Barrio Abajo es un gran incentivo para quienes trabajan en la defensa y promoción de los valores históricos que representa esta comunidad.

'En este barrio se consolidó el primer asentamiento afro de Barranquilla, aquí hay un gran potencial que el Gobierno debe valorar', aseguró Herrera.

La muestra de sabores va acompañada de cocadas, alegría, enyucados y platos que denotan las raíces de esta zona de Barranquilla.

En la misma cuadra vive Raúl Angulo. Por su ventana se asoman pinturas de su autoría que expone en la sala de su casa. En la mayoría plasma con mucho color diferentes escenas que representan la historia de su barrio.

Angulo espera que esta Área de Desarrollo Naranja incentive el turismo para que sus cuadros puedan venderse a nacionales y extranjeros.

Y a unos cuantos metros, una tambora, un llamador, una flauta y una gaita suenan en el patio de Carmen Rovira, la abuela de uno de los integrantes de Son Millero, un grupo de millo que nació en Barrio Abajo bajo la influencia de la tradición que allí se consagra.

Pero no menos importante es el famoso sancocho, plato por excelencia de este sector. De guandú, de costilla o de mondongo, todos son apetecidos por barranquilleros y visitantes, pero ahora con esta nueva designación las cocineras esperan fortalecer la industria gastronómica del barrio.

En el patio de la casa de ‘la niña Jose’, en la calle 47 con carrera 52, se ubica uno de los templos del sancocho creado por Josefina Cassiani, una cocinera que ha recibido distinciones por preparar el mejor sancocho de guandú.

'Aquí la esencia es nuestra comida, somos más de 20 sancocheras las que viven de la gastronomía, pero necesitamos que se capacite a las cocineras', dice Cassiani.

Estos serán algunos de los corredores culturales que servirán de destino turístico en la promoción que se hará de la ciudad como parte de los lineamientos que estipula el Decreto.