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La emergencia sanitaria que ha causado la COVID-19 no ha frenado el plan de recuperación del edificio de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, la emblemática edificación que se encuentra ubicada en el corazón del centenario barrio El Prado.

El proyecto, que se empezó a construir en la mesa de concertación que se instaló luego de que parte del techo se cayera en junio de 2017, cuenta con un avance del 70% y está ad portas de pasar a la fase de ejecución.

La secretaria de Infraestructura del departamento, Nury Logreira, expuso que la iniciativa actualmente se encuentra en la etapa final de los estudios técnicos de conservación integral y adecuación funcional del conjunto de edificios de Bellas Artes.

'Hemos avanzado en las consultas y concertación con la comunidad académica y en la definición de un programa de acuerdo con sus necesidades, para lograr seguir con este importante propósito', aseguró Logreira.

Sobre el costo de inversión, la funcionaria indicó que se han asegurado y priorizado recursos desde la institución de educación superior y la Gobernación por el orden de los $12 mil millones. Sin embargo, dijo que el valor exacto será determinado de acuerdo con el presupuesto, aunque se estima que sea cercano a los $20 mil millones.

Además, la secretaria de Infraestructura afirmó que las obras de conservación integral y adecuación funcional se iniciarán una vez que los estudios técnicos –que incluyen los diseños– sean aprobados por el Ministerio de Culturan.

Logreira también dijo que están esperando recibir los últimos documentos que los estudiantes y profesores deben enviar sobre el estudio –previos a cualquier intervención en un Bien de Interés Cultural–, en los que expondrán sus necesidades para hacer la debida consolidación.

Asimismo, señaló que la fecha de entrega del edificio recuperado se daría 50 días después –aproximadamente– una vez se retomen las obras. 'Esperamos poder reiniciar a más tardar la siguiente semana', dijo.

La funcionaria ratificó el compromiso de la Gobernación del Atlántico con el desarrollo de la obra: 'Hemos estado en contacto permanente con la universidad, a través de la Dirección de Planeación, para darles el apoyo y soporte técnico en el proyecto'.

Marcela Cuéllar, decana de la Facultad de Arquitectura de Uniatlántico, aseguró que durante las últimas semanas han trabajado en la consolidación y el programa arquitectónico, que se ha construido en conjunto con los estudiantes y profesores de la Facultad de Bellas Artes.

Indicó que después de varias reuniones están en el proceso de revisión de las sugerencias, de acuerdo con las necesidades de la comunidad académica.

'Estamos a la espera de la respuesta de algunos programas, pero en su mayoría ya nos enviaron las últimas y detalladas sugerencias, como Música, Licenciatura en Música, Danza y Arte Dramático', señaló.

Recuperación

La decana afirmó que plantean desarrollar un proyecto de conservación integral y adecuación funcional, para devolver al conjunto sus valores estéticos, históricos y simbólicos.

Explicó que los estudios técnicos buscan hacer un diagnóstico y una propuesta de recuperación en la que se contempla la consolidación de la estructura, el reforzamiento estructural, la liberación de espacios que están tugurizados por las sucesivas intervenciones que han hecho que pierdan sus valores espaciales, el tratamiento y recuperación de las maderas de la estructura de cubierta, puertas y ventanas.

Además, la reintegración de elementos y adecuación funcional de espacios para devolver a la Facultad de Bellas Artes espacios de formación, investigación, circulación y proyección social del arte y la cultura desde la universidad.

En el ejercicio también se contemplan estudios de suelos, de patologías y levantamientos arquitectónico y topográfico georreferenciado.

Inventarios de bienes muebles, murales, instrumentos, esculturas, especies de flora, ficha de intervención urbana, diseños y cálculos estructurales, de redes y sistemas eléctricos, donde incluyan voz y datos, hidrosanitario, acústico. También diseño arquitectónico, urbano y paisajístico.

Indicó que todos estos estudios técnicos deben cumplir con los requisitos que exige el Ministerio de Cultura en el marco de la normativa actual y que el proceso lo acompaña la comunidad académica, la oficina de Planeación de la Universidad del Atlántico, la Facultad de Arquitectura, y las entidades competentes en temas de patrimonio como la Oficina de Patrimonio del Distrito, la Gobernación del Atlántico y la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura.

Deterioro de la edificación

Cuéllar señaló que el edificio de Bellas Artes sufre varias patologías que afectan el conjunto y que se han acumulado durante casi un siglo de existencia.

Por una parte, las distintas intervenciones hechas por el hombre como adiciones y subdivisiones realizadas por las transformaciones de uso en el tiempo, por las necesidades de crecimiento de la universidad y el Museo, los cuales han sido realizados sin estudios estructurales.

A esto se les suman a los agentes ambientales como las humedades, el ataque de xilófagos a las maderas –el comején presente en el barrio Prado–, la invasión de animales y plantas, entre otros.

La especialista afirmó que estos factores llevaron al colapso de algunas de las cubiertas y muros, que estaban construidos con técnicas tradicionales y sin refuerzos estructurales que aguantaran tantas intervenciones.

Explicó que las modificaciones sin control generaron una pérdida de los valores arquitectónicos y estéticos del conjunto e incluso han encontrado pinturas-murales que han sido cubiertas por las incontables capas de pintura que han hecho que se pierdan valiosas piezas.

Historia del diseño inicial

La Universidad del Atlántico, a través de la Facultad de Arquitectura, dio a conocer que Bellas Artes se concibió inicialmente como una edificación que respondía a las corrientes arquitectónicas historicistas que, desde finales del Siglo XIX, la arquitectura nacional adoptó y que provenían desde Europa.

Resaltaron que estas estructuras integraban lenguajes como el neoclásico, el neogótico y el neomorisco, que se conjugaban con expresiones más contemporáneas; a los estilos académicos se añadían gestos eclécticos de diversos orígenes.

Aseguraron que a estos estilos se les denominó Arquitectura Republicana porque fueron edificados durante la etapa conocida en nuestra historia como Período de la República o simplemente republicano, que abarcó el periodo entre 1886 y 1978.

Además, indicaron que la mayor concentración de este estilo arquitectónico se dio en el período que va de 1910 a 1920.

En el marco de esta fecha surge, bajo la administración del constructor norteamericano Karl C. Parrish, la compañía urbanizadora de El Prado, fundada en 1920.

En estos terrenos se estableció el conjunto que hoy conocemos como Bellas Artes. Inicialmente, se construyó el edificio principal, una edificación de ladrillo y cubiertas de teja de cemento o losas macizas, que presenta un cuerpo central adelantado de carácter monumental, con arcos de medio punto que se prolongan por dos pisos, realzados con una moldura y divididos por una balaustrada sobre una cornisa, que cubre la vista del entrepiso y que se prolongan en un balcón central.

Explican que el primer piso presentaba en su parte central un pórtico de columnas geminadas de orden dórico romano que remata con un arquitrabe, y se prolongaba en el segundo nivel con arcos rebajados. Posteriormente aparecieron los demás edificios del conjunto.