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Este domingo fue inusual para los fervientes católicos no solo porque debieron esperar más de cinco meses para presenciar la santa eucaristía, sino porque debían hacerlo de una manera distinta.

Viviana Roa fue una de las primeras en ingresar a la misa de las 8:00 a.m. en la iglesia Nuestra Señora del Rosario. Llegó sin ningún elemento de mano pues así está detallado en el protocolo diseñado para los templos.

Para obtener uno de los 50 cupos que están permitidos, previamente hizo un registro en la página web de la Arquidiócesis donde precisó sus datos personales y su estado actual de salud.

Después de pasar por el proceso de desinfección de zapatos y toma de temperatura pasó a verificar su inscripción. Finalmente pudo llegar hasta la banca número 20 que se le dispuso a la entrada, esto también como parte de las medidas que se deben cumplir.

'El fervor en la parroquia es único, ofrece una sensación de plenitud', dice Viviana, mientras dispone sus manos para empezar la oración.

El acto litúrgico estuvo precedido por una detallada explicación del 'nuevo reglamento'.

El párroco Yohan Acendra dijo a los fieles que a partir de este domingo se omite el rito de la paz y la comunión se recibirá en las manos.