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El aislamiento social producto de la crisis sanitaria mundial es una amenaza de gran proporción tanto para la salud física como para la salud mental, eso ha dicho la Organización Mundial de la Salud (OMS) al referirse a la situación emocional que influye en el bienestar de sociedades enteras.

El 35,7% de los barranquilleros han hecho evidente esta adversidad al manifestar un deterioro de su salud mental durante la cuarentena. Llama la atención que en la población joven (entre los 18 y 25 años de edad) este porcentaje asciende al 51,4%.

Las afectaciones en este último grupo poblacional tienen tres visiones: una a nivel social, otra biólogica y por último a nivel psicológico. Así lo enumera el psiquiatra Andrés Rosado.

La primera estaría asociada con dificultades económicas.

A nivel biólogico, el especialista dice que tiene relación con la falta de interacción social, lo que desencadena una serie de sucesos como aumento del estrés, procesos de inflamación al organismo que afectan el sistema inmunológico, a su vez se originan afectaciones en el sistema endocrino que produce daño cerebral, sumado a esto se presentan cuadros de conducta afectivos y cuadros de sueño, 'situaciones que estamos observando en la población actual', sustenta.

A nivel psicológico, el psiquiatra basa su tesis en que independiente del concepto de redes sociales los seres humanos son sociales y esa interacción con el otro hace que el organismo promueva 'que nuestra psiquis, nuestro ser, pueda observar en el otro sus propios pensamientos, afectos y conductas, evaluándose o simplemente inconscientemente viviendo esa interacción, llenándonos de emociones y sentimientos', afirma Rosado.

En resumidas cuentas, la pérdida de cada uno de estos elementos bio-psico-social desequilibra lo orgánico de tal manera que produce el aumento de los casos 'que estamos observando no solo en nuestra población, sino a nivel mundial'.

Una valoración similar hace la doctora en Psicología y docente de la Universidad del Norte, Olga Lucía Hoyos De Los Ríos, quien precisa que la interferencia en los procesos de desarrollo que están viviendo los jóvenes ha permitido que se detengan muchas rutinas y actividades.

'Algunos jóvenes están en pleno desarrollo de sus vidas, en la búsqueda de un trabajo, estableciendo familias y la situación tal vez los hace ver con menos optimismo el futuro, sobre todo si se enfrentan a pérdidas concretas de empleo o de la pareja, esto podría llevarnos a entender por qué están reportando mayores niveles de ansiedad, nerviosismo y rabia', sustenta la doctora.

Además, señala que hay datos concretos que revelan que esta población es la que más ha perdido empleo de manera importante. 'Aunque estos datos nos están mostrando una realidad y una tendencia general, hay que reconocer que cada persona responderá con los recursos que su historia individual les ha permitido ir construyendo, vivencias previas que pueden haberlos preparado para responder de una manera más positiva a este momento que estamos viviendo'.

La especialista destaca la importancia del estudio porque muestra una ruta para dirigir los esfuerzos a corto plazo en salud mental y así cranear estrategias para hacer acompañamiento a los jóvenes, un grupo de mayor riesgo, que está planteando necesidades importantes y que requieren programas de intervención para facilitar el retorno a la realidad con los cambios que ha supuesto.

Para la doctora en Psicología con Orientación en Neurociencia Cognitiva de la Universidad del Norte Edith Aristizábal este deterioro en la salud mental es el resultado del temor y la incertidumbre por el virus, lo que hace que surjan síntomas asociados a la ansiedad y el estrés.

'Se da por el encierro y la monotonía que se genera al no poder salir a compartir con amigos o con la pareja. En los jóvenes es más alta la necesidad del intercambio social'.

Además, si la persona presentaba algún signo antes de la cuarentena, es posible que durante el aislamiento la crisis mental haya podido intensificarse, dice la psicóloga.