Compartir:

En los primeros meses del año, cuando la llegada del nuevo coronavirus a Colombia originó toda una serie de teorías conspirativas sacadas de los cabellos y la confusión reinaba en el mundo a causa de una enfermedad completamente desconocida, ellos fueron luz en medio del caos. Les tocó ‘bailar con la más fea’ y salir a la calle, puerta a puerta, con sus temores a cuestas, para intentar proteger lo que para ellos es lo más valioso: el barrio.  

Lo hicieron en tiempos demasiado complejos, en un momento que la tasa de contagiados y mortalidad en Barranquilla era alarmante, pero con el objetivo inaplazable de convencer a sus vecinos de que en la calle había un ‘bicho’ que podía acabar con todo a su paso. Cumplir sus metas s no fue una tarea fácil, pero con el tiempo todo empezó a mejorar.

Los líderes comunales de Barranquilla, quienes son la primera línea encargada de velar a diario por los intereses particulares de cada comunidad, también son héroes en estos tiempos. Quizás no desde el ámbito médico, epidemiológico o administrativo, pero sí desde uno básico: el de la concientización en sectores deprimidos de la capital del Atlántico, históricamente pobres y con grandes vacíos en materia de educación, y que en este año, al principio de la pandemia, se mostraban incrédulos sobre lo que ocurría a nivel sanitario.