Conseguir una comida diaria o un baño no es tan fácil para algunas personas. La situación económica, los problemas familiares o el consumo de droga pueden llevarlas a un estado de indigencia que les impiden tener unas condiciones de vida digna.
La historia de Germán Javier Correa refleja el drama y las necesidades que deben afrontar a diario más de 120 personas que buscan en el Centro de Acogida Día de Barranquilla un espacio en el que puedan conseguir atención integral.
Germán Correa es un profesional en odontología que llegó el año pasado desde Medellín para pasar sus vacaciones, pero debido a la pandemia la empresa en donde ejercía su profesión cerró, quedó desempleado y los ahorros los gastó en estadía y alimentación en Barranquilla, porque no tuvo posibilidades de regresar a casa.
La necesidad de comer, dormir y subsistir obligó a que el hombre de 62 años de edad se convirtiera en un habitante de calle desde hace seis meses.
Correa, pese a que no tenía una vida llena de lujos en Medellín, jamás pensó que podría llegar a estar deambulando por las calles en vez de estar ejerciendo su profesión para ganarse la vida.
'Yo estaba de vacaciones y vine con plata, pero cuando cerraron las ciudades todos los ahorros se me fueron. Me tocó tirarme a la calle; primero pedí ayuda en los barrios del norte de la ciudad, después la cosa se puso fea, pues simplemente la gente por precaución lo veía feo', relató Correa.