Cuando se enteró que estaba embarazada no dijo una sola palabra, estuvo quieta durante algunos segundos sin hacer ni decir nada. Tras volver del trance su única reacción fue darse puños de forma consecutiva en el vientre para ver si con eso lograba acabar con la vida de la criatura que se formaba dentro de ella.
En ese momento se encontraba estudiando Talento Humano en una corporación, soñaba con ser una mujer independiente, ayudar a su mamá y conocer el mundo. Ella no se veía con una 'barriga, amamantando o cambiando pañales'. Pero fue lo que le tocó.
Vanessa Rangel es una joven barranquillera de 24 años que se convirtió en mamá a los 18 y dejó sus estudios a medias para dedicarse al cuidado de su hija. Pero el proceso no ha sido fácil.
'Han pasado cinco años desde que yo parí a Isabella y aún no me hago a la idea que soy mamá', cuenta Vanessa, quien hoy en día ya es una mujer y se dedica a las labores del hogar.
En 2016, cuando quedó embarazada, sintió que el mundo se le vino encima, que su vida estaba truncada por un bebé que ella no buscaba, atribuyéndole lo sucedido a la falta de información que había recibido por parte de sus papás y el haberse dejado llevar de sus placeres, sin el menor grado de responsabilidad.
'Me sentía angustiada porque me daban cantaleta, me decían que tener un hijo no era fácil, que tenía que cuidarlo, me repetían frases como —ahora prepárate—, y cualquier cosa que hacía o decía siempre me la reprochaban'.