Cuando las emisoras y ediciones extraordinarias de los periódicos de Barranquilla anunciaron –el 12 de febrero de 1933– que la guerra entre Colombia y Perú se encontraba en su culmen, en vez de producir desánimo en los barranquilleros, promovió una movilización masiva que llenó la Plaza de San Nicolás.
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El patriotismo y deseos de pelear contra Perú tomó fuerza en los manifestantes que, por un momento, dejaron en un segundo plano la que sería una de sus fiestas más esperadas e importantes: el Carnaval.
La concurrencia de avisos de los clubes sociales y salones populares en los diarios informando sobre la realización de eventos para las carnestolendas eran muy comunes. Sin embargo, ese año solo se publicaron tres que indicaban la cancelación de las fiestas por mandato de Julio Montes –quien fuera el alcalde– como respuesta a las presiones políticas nacionales.