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Los rasgos físicos de Philippe Mercet dejan ver, desde lejos, que no es de estas tierras. Al escuchar el sonido de los tambores a pocos metros de ingresar a la Vía 40 su rostro se mostró sorprendido, pero al pasar los minutos, fue inevitable que su cuerpo no empezara a moverse con uno de los ritmos más representativos del Caribe colombiano: la cumbia.

Llegó a este escenario acompañado de 349 europeos más y bajo un estricto cordón de seguridad que se dividió en 9 bloques para tener mayor organización y poder guiarlos, con paleteros, hasta la zona de ingreso al palco ‘Quillero’.

Su recibimiento en lo que fue el espacio perfecto para ver y disfrutar de las puestas en escenas de los grupos folclóricos, se dio con alimentos propios de la ciudad. Una buena butifarra acompañada de bollo de yuca, arepa de huevo, arepa dulce y hasta jugo de corozo pudo degustar este parisino de 51 años.