Compartir:

La igualdad de género es un acto de justicia social que nos compromete a todos. Su promoción o defensa no debe ser considerada una competencia exclusiva de gobernantes o autoridades que, por supuesto, están en la obligación de esforzarse mucho más en la incesante búsqueda para reducir las odiosas brechas que condenan a niñas y mujeres a unas vidas anodinas plagadas de discriminación e inequidad. En tributo a las incontables víctimas que ha dejado la lucha en favor de una sociedad libre de exclusiones, pero sobre todo para que en el futuro no pervivan las inaceptables prácticas machistas que han causado daño, cada ciudadano tiene que convertirse en garante de los derechos femeninos en los ámbitos familiares, laborales, sociales y jurídicos.