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En 1986, en medio de la consternación e incertidumbre que sintió al enterarse de que su padre padecía de cáncer de pulmón, una joven llegó hasta las instalaciones de la Liga Contra el Cáncer Seccional Atlántico en busca de ayuda para el ser que más ha amado en la vida, sin imaginarse que ese día encontraría su verdadera pasión.