Barranquilla, en estos cuatro años de la administración de Jaime Pumarejo, fue trazando un camino hacia la sostenibilidad, impulsando proyectos que además de cambiarle la cara a la ciudad, han contribuido a la recuperación de ecosistemas clave e impulsando el desarrollo económico a través del ecoturismo.
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La adopción de unas políticas públicas enfocadas al cuidado de la naturaleza le ha permitido obtener logros y reconocimientos a nivel nacional e internacional en su búsqueda de la biodiverciudad.
Desde los últimos años, y bajo la necesidad de mejorar la calidad de vida de las personas y atender el llamado del cambio climático provocado por el calentamiento global, la Alcaldía comenzó a idear y planificar estrategias para dar soluciones basadas en la naturaleza a corto y largo plazo.
De ahí, la implementación de programas y proyectos enfocados en la recuperación de espacio público y la creación de nuevos atractivos turísticos sostenibles.
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Uno de ellos es la recuperación integral de la ciénaga de Mallorquín, un espacio donde locales y turistas pueden interactuar con la naturaleza. El alcalde Pumarejo destacó este espacio como estratégico para combatir el cambio climático por su potencial en cuanto al bosque de manglar que se encuentra inmerso en este complejo cenagoso.
'Es muy importante para el cambio climático, porque ahí hay un bosque de manglar que nos protege de los cambios, de la marea y de los fenómenos naturales que pueden atentar contra varios barrios de Barranquilla', dijo el mandatario.
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Además explicó que 'es un sitio con más de 700 espejos de agua y casi 1.000 hectáreas en total que estamos volviendo un ecoparque dentro de la ciudad de Barranquilla, y que tiene más de 5 kilómetros de senderos paralíticos entre los manglares y el bosque. Este es el primer paso a la conservación, que es el reconocimiento y la apropiación para que los barranquilleros se den cuenta qué hay y qué tienen que cuidar'.