Los proyectos que se vienen ejecutando en la Ciénaga de Mallorquín han sido tema de discusión en los últimos años por el impacto que representarían las obras en este ecosistema estratégico y de gran importancia para el Caribe, por la biodiversidad que allí habita y los servicios ecosistémicos que ofrece.
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La férrea defensa de las comunidades y veedurías ciudadanas por esta área natural captó la atención de los entes de control como la Procuraduría General de la Nación y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, quienes conformaron –meses atrás– unas mesas de trabajo con todos los intervinientes para revisar el estado de la ciénaga y las posibles afectaciones que podrían estar ocurriendo.
Todas estas alarmas tuvieron un impulso tras conocerse la expansión urbanística en esa zona con el proyecto Ciudad Mallorquín adelantado por el Grupo Argos en Barranquilla y Puerto Colombia, con la proyección de construir 16.000 unidades de vivienda, y por otro lado, las obras ejecutadas por la Alcaldía de Barranquilla con el Ecoparque Ciénaga de Mallorquín y otras en esa área.
Es así como el pasado sábado 3 de agosto, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, luego de un estudio realizado por una comisión técnica interdisciplinaria, dio a conocer los resultados del informe ambiental llevado a cabo en la zona.
Se encontró, dentro de los hallazgos, irregularidades y afectaciones a este ecosistema, y en ese mismo sentido se acordaron, con autoridades locales y ambientales, medidas para salvaguardar Mallorquín y humedales cercanos.
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De acuerdo con la ministra, se emplearon –para las obras de turismo– instrumentos ambientales que no fueron adecuados frente a la normatividad ambiental. De igual manera, destacó la urgente necesidad de resolver el tema de tratamiento de aguas residuales y los planes parciales en los proyectos de urbanismo.
“Acordamos una revisión del régimen ambiental del sitio Ramsar y una revisión con la Alcaldía de Barranquilla del plan maestro de Mallorquín versus la regulación ambiental. Necesitamos verificar que lo que vayamos a hacer de turismo de naturaleza tenga primero, como centro, la recuperación y sostenibilidad de un ecosistema y que el turismo lo beneficie”, afirmó Muhamad en su momento.
En ese plan de acciones, le corresponde a la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA) actualizar las determinantes ambientales de esta área estratégica y avanzar en el Plan de Manejo y Ordenamiento de la cuenca. Quedó establecido no aprobar más planes parciales ni proyectos si estos no contemplan un tratamiento de aguas en la zona.
En esa misma línea, se identificaron –según el informe– humedales cercanos a Mallorquín que a pesar de no estar categorizados como Ramsar, son de gran importancia por su conexión ecosistémica y por ende se encomendó protegerlos.
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En pocas palabras, se acordó alinear los límites del plan de ordenamiento territorial con los límites de protección de este ecosistema, proteger humedales estratégicos amenazados por la expansión urbana y promover un turismo que beneficie estos entornos naturales.
“Los humedales Ramsar son importantes por su biodiversidad y funciones ecológicas, como el almacenamiento de agua, la regulación del clima y ser hábitat de muchas especies de plantas y animales. Por eso, la Ciénaga de Mallorquín, por su categoría de importancia internacional, debe ser conservada y usada sosteniblemente”, destacó Minambiente.