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Dos jóvenes gravemente heridos fue el saldo de la tercera corraleja en Santo Tomás. Una jornada donde la lluvia y las centellas también fueron partícipes.

Los lesionados fueron identificados con los nombres de Luis Ángel Pantoja, de 19 años, y Antonio Hernández, de 20; remitidos al Hospital de la Universidad del Norte y al Hospital Juan Domínguez, de Soledad, respectivamente.

Ambos fueron cornados por toros en un costado de sus cuerpos, comprometiendo los pulmones. Ayer durante el ruedo, desde los palcos, algunos deseaban que hubiese heridos, pues no los hubo el sábado y sentían que su dinero estaba siendo mal invertido.

'Esto hoy ha estado regular. No ha habido heridos', comentó un embriagado espectador que ya presentaba dificultad en el habla. Sus ganas de ver un hombre ser cornado por un bovino, reinvindicó la tradición de violencia y crueldad animal que se da en estos espacios.

Otras tres personas presentaron lesiones leves por golpes y raspones, producidos durante la jornada.

A diferencia de las dos últimas corralejas, en esta ocasión una fría brisa alejó el calor y, por momentos, también algunas laminas del techo. Miles de personas volvieron a llenar los palcos, mientras un centenar toreaba y golpeaba, en mayor medida, a los toros provenientes de la población de El Díficil, Magdalena.

Roce con la muerte. En el centro de la plaza estuvo José Francisco García, de 34 años. Tiene cinco años de experiencia en el ruedo y recibió su primera cornada de toro en la nalga derecha, en la plaza de Campo de la Cruz, en 2012. Ha sufrido cuatro, pero la más grave fue la que le ocasionó un bovino, hace tres años, cuando le atravesó el asta en el antebrazo derecho. García dijo que casi pierde la mano.

'Sé que la muerte puede llegar cada vez que estoy ahí dentro, pero así me gano la vida. En estas plazas grandes uno recibe $200 mil y $300 mil por día, aunque hoy me tocó menos'. comentó mientras dejaba la corraleja.

Agregó que le fue bien. A diferencia de los dos jóvenes heridos, salió ileso de las embestidas de un toro que fue garroteado por cientos de personas, y agradeció a Dios por los $100 mil que le pagó un ganadero por exponer su vida.