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La única princesa que no quiere joyas ni vestidos es la de este cuento. Su capricho es un Teatro Municipal. Uno en Barranquilla, puerto de óperas y zarzuelas. Uno que tenga un suntuoso telón de boca, diseño de Alejandro Obregón; un piano de gran cola de Steinway; una lámpara de araña con lágrimas de cristal y un escenario de auténticas obras.

Este fue el argumento de ‘La princesa caprichosa’, la primera función teatral realizada en Barranquilla para gestionar la construcción del emblemático Teatro Amira de la Rosa (antes Teatro Municipal), el mismo que hoy mantiene sus puertas cerradas. En aquella tarde de 1950, Eleuterio Vargas no podía con la tramoya, y los más de sesenta niños que actuaban en el drama, entre los 4 y 15 años, le ayudaban en medio de los pasajes musicales.

¡Oh sorpresa! En aquella lista de niños artistas no solo figuraron grandes gestores culturales como Emma Tovar de Buitrago y Gloria Peña. También danzaron tres personajes que seis décadas después ocuparían importantes puestos en el mundo político y de negocios: los hermanos Gerlein. Enrique, Roberto y Julio Gerlein —aunque este último lo niegue— interpretaron a los esclavos en pro del teatro.

'Yo soy un hombre muy ocupado, con una empresa y problemas. Esa obra fue hace mucho tiempo y yo tenía como 11 años', dijo el empresario Julio Gerlein, con tono de molestia.

Sin embargo, entre su agenda apretada, recordó que 'mis hermanos sí participaron y el que fue príncipe (Enrique) ya murió'.

El senador Roberto Gerlein, por su parte, confiesa tener tintes artísticos.

'Resulta que en mi colegio yo era un gran declamador, adoraba recitar y me gustaba la poesía', reconoce el político colombiano, quien participó en el espectáculo junto con Lidia de Gerlein, hoy su esposa. 'Yo tenía 5 años y era muy pequeña, pero sé que fue una pieza muy bella', expresa ella.

En ese entonces, la función tuvo tal éxito que se repitió tres veces y abrió el camino para que la ciudad celebrara distintos festivales como impulso a la construcción del Amira. Ese año, el tesorero de la Sociedad de Mejoras Públicas, SMP, hoy propietaria del teatro, recibió $9.800 de recaudo, suma que se consideró 'increíble'.

Desde años antes, a finales de los 40, un prestigioso médico gestionaba las donaciones. Rafael Juliao se dedicó tanto al teatro que, cuando alguien lo veía caminar por la acera, se pasaban a la otra de inmediato.

'Ya todos sabían que si se encontraban con Juliao, él les ‘tumbaba’ dinero para construir el teatro', recuerda entre risas Rodolfo Zambrano, actual director de la SMP.

La obra

La primera piedra del ‘capricho de la princesa’ se puso en 1963. En el acto participaron como invitados de honor el gobernador José Víctor Dugand y el alcalde Roberto McCausland. Todo pareció color rosa, pues no esperaban que tiempo después, un monte de cadillos coloreara la obra negra por varios años.

'Estaba a medias, pero yo quería bailar en esa reluciente platea', recuerda Gloria Peña, quien en 1977, para su obra María, de Jorge Isaacs, no pidió otro lugar sino aquella iniciativa a medias.

Cuando fueron a verla, y abrieron el enorme portón, de cerrojo antiguo, cuenta, esperaban ver ratas y murciélagos. 'Pero nada de esto, estaba limpio y bello', relata Peña, quien dice saber lo 'maravilloso' que se siente bailar en ese piso de madera.

Algunos costos

Desde 1974 se gestionaba la campaña pro sillas, que pedía a cada barranquillero una butaca para el teatro, cuyo costo era cerca de $1.400 cada una (de las 450). El piano de conciertos, por su parte, fue pedido a Hamburgo y su costo alcanzó la suma de $1.200.000; $3.200.000 la adquisición del aire acondicionado para el teatro, marca York y $990.000 los artísticos vitrales de la fachada sur frontal.

El ‘capricho’ se hizo real en 1982, casi 30 años después de soñarlo y danzarlo, a través del Banco de la República. Ahora, con el cierre por tiempo indeterminado, el enorme ‘castillo’ es el que pide a gritos una ‘princesa’... para que, antes que corra el tiempo, le entre el capricho por reabrirlo.

'Los teatros no se cierran. A ellos les pasa como a uno. Cuando las mujeres llegan a los 50, quieren verse de 30. Que le hagan una cirugía, que lo maquillen', desea Peña, quien como hacedora de la cultura, se concibe 'princesa'.

Telón cerrado

El pasado martes, el Banco de la República, que asumió desde 1980 el comodato para administrar el Amira de la Rosa por 99 años, anunció el cierre por tiempo indefinido del emblemático teatro 'con el fin de no comprometer la seguridad de las personas'. Así lo aseguró el banco en un comunicado, tras los resultados de un estudio efectuado en las instalaciones del escenario. Las actividades programadas para celebrarse en el complejo cultural fueron canceladas y trasladadas a otros lugares. Sin embargo, Banrepública informó a EL HERALDO que en la medida de lo posible, se realizarían algunos eventos en las afueras, si las condiciones así lo permitiesen. Por su parte, los servicios culturales serán atendidos en la sucursal del Banco en Barranquilla, en la carrera 45 con calle 46.

Sobre Amira de la Rosa...

El Teatro Municipal recibe en 1982, a través del Concejo, el nombre de esta artista, poeta, actriz y dramaturga, autora de la letra del himno de Barranquilla. Amira Arrieta McGregor de De la Rosa (1903-1974), alcalzó un éxito notable en Madrid con piezas teatrales como ‘Madre Borrada’, ‘Piltrafa’ y ‘Las viudas de Zacarías’.