El 20 de enero es una fecha que los habitantes de Santo Tomás y Malambo suelen esperar de forma particular. Ese día, muchos de sus pobladores se apoderan de las calles con baldes y bolsas de agua helada entre sus manos para dar lugar a una batalla en la que el líquido de la vida se convierte en el ‘arma’ que grandes y chicos pueden manipular con absoluta libertad.
Como consecuencia, algunas de sus principales vías se transforman en una especie de duchas públicas en las que lo común es ver a sus asistentes felizmente empapados. Y es que nadie se salva de ser objeto de un baño de agua fría si se desplaza por una zona en la que estén presentes quienes, año tras año, viven con emoción esa celebración.
Jonathan Castro, un tomasino de 21 años, carga en sus espaldas un morral en el que lleva más de cincuenta bolsas de agua para mojar a todo aquel que encuentre en su camino. 'Me gusta salir a mojarme todos los años con mis amigos. Es un día que uno espera con ganas porque toda la gente se divierte sanamente', dice.
En su mano derecha empuña el paquete que segundos después arroja a un amigo que transita a pocas cuadras de la plaza municipal a bordo de una motocicleta de alto cilindraje. Pero, no todo resulta como lo esperaba. Detrás de él, dos jóvenes llegan con baldes de agua con trozos de hielo y lo descargan sobre su cabeza.
Tiempo de sequía. Para él y sus amigos, todo es alegría en ese momento. No obstante, la exaltación del ánimo puede derivar en hechos inoportunos. El uso indiscriminado del recurso hídrico es uno de ellos, sobre todo, cuando por esta época el agua escasea en diversos rincones de la región y el país. En ese orden de ideas, su dispendio representa un desacierto.
Con el propósito de mitigar los efectos de estos episodios, el Ministerio de Vivienda expidió recientemente una circular en la que insta a las autoridades municipales y departamentales a adoptar medidas de prevención, revisar planes de emergencia y garantizar el ahorro de agua para evitar un desabastecimiento durante la fase más crítica de El Niño.
El alcalde de Santo Tomás, Luis Escorcia, explicó que en el municipio se celebra la fecha con esta clase de manifestaciones desde hace cientos de años. Indicó, sin embargo, que aunque la población tiene un nivel freático elevado no es prudente hacer un uso irracional del agua en estos momentos.
De acuerdo con su testimonio, los tomasinos tendrían que concientizarse sobre las consecuencias del derroche del líquido y recordar que en diversas zonas del país se registra una disminución en los cuerpos de agua.
Sobre la jornada. Escorcia aseguró que, como medida preventiva, solicitó a Triple A la suspensión del suministro entre las 8:00 de la mañana y las 4:00 de la tarde. Sin embargo, varios habitantes de Santo Tomás dijeron a EL HERALDO que, a lo largo del día, recibieron el servicio 'con absoluta normalidad'.
'Sabíamos que la gente iba a salir a la calle a mojar y lo harán, de pronto, en menor cantidad que como tradicionalmente lo hacen. Es difícil que en un tiempo tan corto vayamos a acabar con ese arraigo cultural que tienen los tomasinos', agregó Escorcia.
Malambo tampoco fue ajeno a la celebración del 20 de enero. Niños y jóvenes salieron a las calles a empaparse desde tempranas horas del día. A propósito del asunto, el alcalde municipal Efraín Bello expresó que emitió una circular para instar a la comunidad a que se abstuviera de usar irracionalmente el recurso natural.
'Es reprochable que no se haga un uso racional del líquido por la situación crítica que a nivel nacional se está presentando con las fuentes hídricas. Es un tema de tanta dificultad que sería muy irresponsable que un municipio desperdicie el agua', sostuvo.