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Al quedarse sin sus nieves perpetuas por el calentamiento global y con los páramos afectados y amenazados por la mano del hombre, la Sierra Nevada de Santa Marta cada vez produce menos agua.

En efecto, el rápido deshielo de sus glaciares, en áreas de los picos Colón y Simón Bolívar; el calentamiento de la zona de páramos, lo que no permite almacenar agua, y la deforestación de las cuencas de los 30 ríos que nacen en sus estribaciones, sigue reduciendo notablemente los caudales hídricos. Dos millones de personas en los departamento del Magdalena, Cesar y La Guajira se surten de estas corrientes.

'La Sierra tiene una capacidad limitada de producción de agua y por eso hay que regularla; hay que frenar la presión que hay sobre ella por la destrucción del ecosistema y una mayor demanda de agua', advierte el ecologista Ernesto Guhl Nannetti.

El director de la Fundación ProSierra, Lucas Echeverri, recalca, por su parte, que 'Colombia es un país de mucha agua dulce, pero todo tiene un límite y lo cierto es que, como en la Sierra, esta cada vez es menor'.

MUCHA MENOS AGUA

¿Por qué de la alerta? A raíz del informe de EL HERALDO, del pasado domingo, sobre el acelerado deshielo de los glaciares, se conocieron estadísticas sobre la 'dramática disminución' de los ríos, como lo califica Echeverri.

ProSierra informó que en la estrella hídrica de San Lorenzo o Cerro Nakulindue, que cubre unos 30.463 hectáreas en el ecosistema del macizo que han recibido un 'alto impacto humano', el río Manzanares en diciembre de 2014 tenía un caudal de 790 litros/segundo (lps) y en febrero de 2015 se redujo en un 80% al registrar 300 lps.

El río Piedras lo que menos tiene hoy es agua, tal como lo certificó este diario en un recorrido: en diciembre tributaba 1.800 lps y en marzo pasado 201 lps, con una reducción del 89%.

Estos dos ríos son los que surten de agua a Santa Marta y en la actualidad solo suministran 280 litros/segundo de los 850 lps que necesitan los usuarios de la capital del Magdalena, informó Metroagua, empresa operadora del acueducto samario. Para atender la demanda restante han construido pozos profundos y acudieron al suministro de agua en carrotanques.

HISTÓRICOS A LA BAJA

Mientras la Corporación Autónoma del Magdalena (Corpamag) dijo no tener información sobre los caudales de los ríos –paradójicamente es la autoridad ambiental sin información al respecto–, Metroagua certificó que en los últimos cuatro años el Piedras disminuyó en 2.620 lps al pasar de un promedio de 3.500 en diciembre de 2010 a 980 en 2014; el Manzanares decreció, en ese mismo tiempo, en 3.550 lps al pasar de 4.200 a 650 lps. 'Lo que se está viviendo es algo sumamente preocupante', anota Lucas Echeverri.

El río Gaira, que abastece al Rodadero, la zona turística y al corregimiento del mismo nombre, en diciembre de 2014 ofertó 1.048 lps y en febrero de este año solo 300 lps.

EL NO DE CIÉNAGA

No menos delicado es lo que sucede con el Toribio. Aunque no se conocieron estadísticas, su bajo caudal amenaza con enfrentar las administraciones de Santa Marta y Ciénaga. El alcalde de esta ultima población, Luis Tete Samper, se opone a que la capital magdalenense capte agua de este afluente que está en su jurisdicción, pues afirma que esa prioridad la tiene su población. Incluso, dice que el objetivo es llevar agua potable del corregimiento de Sevillano a sus veredas.

No hubo información disponible de los ríos Aracataca y Mendihuaca.

TAMBIÉN EN CESAR

Por lo que sucede en la Sierra, en el Cesar también los caudales de los ríos que nacen en el macizo mostraban bajos niveles.

De los 11.200 litros/segundo que dos décadas atrás ofrecía el río Guatapurí, que nace a 4.400 metros, hoy solo corren 5.000 lps, de acuerdo con un aforo de la Corporación Autónoma Regional del Cesar (Corpocesar) en febrero.

De ser uno de los más torrenciales en el norte del Cesar, pasó a una 'corriente afectada' que en la parte baja, en época de verano, no es más que un camino de piedras.

El río Cesar recorre 280 kilómetros desde su nacimiento en la Sierra Nevada hasta su desembocadura en la ciénaga de Zapatosa y de ahí al río Magdalena. Corpocesar lo declaró en emergencia por la deforestación en su cuenca y la contaminación que lo afecta. La autoridad ambiental en el último aforo, hace dos meses, en límites entre Cesar y La Guajira halló que el caudal era de 150 litros/segundo.

Condiciones de merma también registra el Ariguaní. En décadas pasadas llegó a tener un caudal de 13.030 lps, pero en los últimos dos meses ha disminuido a 6.000 litros por segundo y en la parte baja no llegue ni a los 4.000. En sitios como la población de San José es poco menos que un chorrito de agua.

¿Qué pasa en La Guajira?

La información suministrada por la autoridad ambiental de ese Departamento indica que los ríos Jerez , Ranchería y Tapias mantienen 'caudales normales'. Sobre los dos últimos Corpoguajira informó que tributan 1.045 y 1.600 lps, respectivamente. Sin embargo, en ese región hay comunidades que denuncian que están padeciendo de sed.

ACTUAR YA

'Todo lo que está pasando en la Sierra no da espera y hay que buscar soluciones. Entre más demora haya, será peor', opinó el biólogo Alfonso Escobar. A su juicio 'hay que comenzar a hacer muchas cosas', entre ellas que las autoridades ambientales 'actúen y sean eficientes' porque a sus directivos, en el futuro, habrá que pedirles cuenta por lo que dejen de hacer hoy.

Desde 1998 ProSierra elaboró, con expertos nacionales e internacionales y una inversión de USD1,5 millones, el estudio Estrategia Ecorregional de la Sierra Nevada de Santa Marta que contiene el diagnostico y lo que debe hacerse para recuperar y proteger este ecosistema. El documento fue entregado a las gobernaciones de Magdalena, Cesar y La Guajira, a las tres corporaciones autónomas y a varios de los municipios más importantes de la zona, pero prácticamente está engavetado mientras los bosques son talados, la flora y la fauna desaparecen y el agua se agota.

*Con apoyo de Miguel Barrios, Sandra Guerrero y Agustín Iguarán de la Redacción Regional.

'La Sierra Nevada es un tesoro y sería grave perderla'

'¿Qué sería de los departamento del Magdalena, Cesar y La Guajira sin la Sierra Nevada? ¿De dónde obtendrían el agua que hoy tributan cerca de 30 ríos? La zona sería desértica y las pérdidas económicas, sociales, culturales, ambientales y ancestrales serían invaluables'.

La advertencia la hace el ex viceministro de Ambiente Ernesto Guhl Nannetti, el mismo que, el pasado 20 de diciembre a bordo del avión FAC 001, le mostró al presidente Juan Manuel Santos, en un viaje a Bahía Portete, la desaparición de los nevados en la Sierra y le dijo: 'Presidente, de nevada y de Sierra queda poco'.

En entrevista con EL HERALDO, el reconocido consultor nacional e internacional en temas ambientales, dijo que si la Sierra se muere sería una 'pérdida enorme' porque es un ecosistema de 'altísima biodiversidad', desde la zona de nieve –a 5.775 metros de altura en los picos Colón y Simón Bolívar– hasta la orilla del Mar Caribe, con todos los pisos térmicos, microclimas, una vegetación y una fauna variada. 'La Sierra Nevada es un tesoro que hay que cuidar porque si desaparece sería una grave pérdida'.

Sin desconocer que la situación del descongelamiento de sus casquetes de hielo es la misma de las altas montañas del mundo, por 'el aumento de la temperatura que origina el cambio climático', Guhl, director del Instituto para el Desarrollo Sostenible Quinaxi, señaló que dicho proceso 'está sucediendo más rápido de lo que nos imaginamos' y tiene un 'efecto directo sobre la producción de agua'.

Explicó que en estos ecosistemas la zona de nieves perpetuas es una 'especie de embalse, que crece, decrece y regula los flujos de agua', por lo que le resulta preocupante que mientras la Ley General Ambiental de Colombia (Ley 99 de 1993) establece que los páramos 'deben tener un cuidado especial', los responsables de esa función no cumplen las normas como lo demuestra lo que sucede en la Sierra.