Sentado en una banca de concreto y con un busto dorado de El Libertador ‘escoltándolo’, Fernando Herrán hace alarde de los más de 60 años que lleva recorriendo las calles del rincón del Suroriente de Barranquilla, que con alrededor de 114 manzanas y 12 mil habitantes, conforman el barrio Simón Bolívar.
A sus 82 años de edad, Herrán asegura que, por ser habitante del barrio desde sus orígenes, conoce gran parte de la historia de esta porción de tierra barranquillera, la cual es uno de los tantos lugares del mundo que lleva el nombre de quien es, quizá, el personaje más emblemático del movimiento de independencia latinoamericano: Simón Bolívar, quien hoy cumpliría 233 años de nacido.
En 1956, mediante el Decreto 151 del 31 de julio y cuando el país estaba bajo el mandato del general Gustavo Rojas Pinilla, nació la idea de construir un barrio, cuya razón de ser fue el proyecto de 'rehabilitación socioeconómica' para los habitantes de la denominada Zona Negra (sector de Rebolo). Esto se logró a través de un contrato entre la Nación, el Atlántico y el extinto Instituto de Crédito Territorial (ICT).
El 24 de julio de 1958, 175 años después del natalicio de El Libertador, lo inauguraron y el alcalde de Barranquilla de aquel entonces, Rodrigo Carbonell, decidió darle el nombre del considerado Padre de la Patria por Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, Perú y Bolivia.
‘Casas de avispas’
Antes del proceso de creación y urbanización, que comenzó con la entrega de unas casas de tablas, en este sector barranquillero operaba uno de los primeros aeropuertos que tuvo el país, de propiedad de la empresa de aviación Lansa.
'En 1955, Aerovías Nacionales S.A. le vendió al Instituto de Crédito Territorial los terrenos de una institución que se llamaba Lansa y durante el mandato del general Rojas llegaron unas casas prefabricadas de Finlandia, que fueron entregadas en tres etapas. Estas estuvieron rodando por Fundación y Cartagena, entre otras partes. En ese entonces, las apodaron ‘casas de avispas', cuenta Herrán.
El veterano morador agrega que estas casas, que vinieron con sus estufas y neveras, en aquel momento no eran muy pretendidas, ya que los 'costeños pensaban que el comején se las iba a comer en un abrir y cerrar de ojos'. Herrán, quien aún conserva el amarillento talonario con el que, a crédito, se iban pagando las viviendas, cuenta que tuvo la oportunidad de trabajar como jefe de pintura para el Instituto de Crédito Territorial.
Aún en sectores del barrio, como en la carrera 2 con calle 19, hay una mínima cantidad de las más de 200 casas que en ese entonces fueron entregadas, según Herrán, como 'una salida a la necesidad de vivienda'.
‘La pista’
Uno de los puntos característicos y de referencia del barrio es el bulevar que está sobre la calle 19 y parte desde la carrera 1B hasta la glorieta que conduce hacia la calle 17.
Esta estructura peatonal que hoy es copada por juegos infantiles, canchas de microfútbol, espacio para la práctica de skate boarding, kioscos para ventas estacionarias y zonas verdes, era el espacio de la terminal aérea en el cual aterrizaban los aviones: ‘la pista’, como todavía es llamada por algunos lugareños.
La torre de control del aeropuerto estaba en la sede de primaria del que hoy es uno de los colegios más representativos del barrio (Institución Educativa Distrital Simón Bolívar). 'Con 2.800 estudiantes, tiene el segundo mayor número de matriculados en las escuelas del Distrito', destaca su rector, Óscar Barrios.
'Barranquilla es cuna de la aviación colombiana y la empresa Lansa es un momento importante dentro de esa historia. El aeropuerto de esa empresa funcionó en lo que actualmente es el barrio. Los espacios han sido modificados en cuanto a sus usos: pasaron de oficinas administrativas y almacenes a una escuela donde se forman niños y niñas de preescolar y básica primaria (…)', dice una investigación publicada 2005 por el licenciado, especialista y profesor de Ciencias Sociales de dicha escuela, Alfredo Navarro Ruíz.
Pero según testimonios de los habitantes conocedores de la historia del barrio, lo único que cambió no fue el espacio que pasó de un punto de control aéreo a uno educativo. Hoy ‘la pista’, que tenía dos kilómetros y medio de longitud, está rodeada de almacenes comerciales, bares, estaderos, billares, casinos, oficinas de empresas de transporte terrestre, restaurantes y algunas casas familiares.
'En el lugar existían dos jagüeyes que desaparecieron cuando empezó a crecer el barrio. El relieve era plano con un suelo de arena, arcilla y mambo donde crecían Almendros, Robles, Guanábanos, Guayabos, Ciruelos, Guayacanes, Cedros, Guamachos, Trupillos, Manca Tigres, Verbena, Verdolaga, Mango y Uvas Playeras', recuerda el profesor Navarro Ruíz.
Casi nada queda de aquel lugar de poca civilización. Aparte de todos los establecimientos comerciales que circundan el bulevar, Simón Bolívar cuenta con una estación de Policía, una iglesia (Santa Marta) con más de 50 años de historia, zonas recreativas y un centro de salud (Camino Simón Bolívar), inaugurado en 2010.
Población
En este rincón barranquillero –cuyos límites son la carrera 1 hasta la prolongación de la calle 17, y la calle 18H hasta la calle 30– también guarda su historia con respecto a su población.
Teniendo en cuenta el propósito de saneamiento ciudadano dirigido a los habitantes de la Zona Negra, el cual nació junto con la idea de urbanizar el lugar, el educador manifiesta que 'hablar de los primeros moradores de Simón Bolívar es, en cierto modo, hablar de los antiguos habitantes de la Zona Negra, quienes eran personas de escasos recursos económicos, trabajadores del mercado de Barranquilla, desempleados, ladronzuelos y prostitutas'.
De acuerdo con Navarro, muchos de los que empezaron a habitar el barrio fueron personas que procedían además del barrio Las Nieves, entre otros. Cuenta que estas personas hicieron sus trámites ante el ICT para obtener sus viviendas, que 'eran muy baratas'.
'Los ingresos económicos de los primeros habitantes de Simón Bolívar eran modestos. Trabajaban en empresas, eran vendedores en el mercado, conductores, etc., personas de escasos recursos, en su mayoría obreros', agrega el docente.
Herrán hace memoria y menciona algunos personajes que dejaron huella en el deporte nacional, entre los que se destacan Iván René Valenciano y su papá Ariel.
Igualmente, habla sobre las festividades que fueron importantes en el barrio, como la verbena La Camaleona y la que, según él, se destacó por las presentaciones de grandes artistas: Derroche Juvenil. 'También, en la calle 4D con calle 19, estaba la tienda San Martín, de Adolfo Herrera, que fue la primera que recibió el permiso para vender licor en el barrio'.