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Con el paso de las horas Santa Marta retoma la tranquilidad. Por sus calles ya no se observa el caos que generan las cantidades de motos que se atraviesan de un lado a otro; además, el índice de atracos ha disminuido. Los samarios empiezan a reconocer que la medida que prohíbe el parrillero hombre, fue lo mejor que pudo haberse hecho.

Pese a que aún hay pequeños grupos en rebeldía por la puesta en vigencia del acto administrativo, sus objetivos se han visto interrumpidos por la oportuna reacción de la policía y su escuadrón antimotines, que con los controles ejercidos en los diferentes puntos neurálgicos, los bloqueos de vías han fracasado.

'La ciudad se nota tranquila, se respira un aire diferente, pero… ¿hasta cuándo?', preguntó un ciudadano que pidió reserva de identidad.

Lo cierto es que es tanta la confianza que hay, que muchos aún no la creen.

'La policía no debe bajar los brazos', dijo Aristides Carvajalino, un comerciante del centro histórico.

Apoyo gremial. El presidente ejecutivo de la cámara de comercio de Santa Marta y del comité intergremial del Magdalena, César Riascos Noguera, reconoció que las cosas están cambiando para bien en movilidad y seguridad.

Indicó que 'apoyamos, acompañamos y respaldamos esta iniciativa del gobierno y un reconocimiento a la policía por controlar los brotes de anarquía que en estos últimos tres días han intentado darse'.

Dijo que con el paso de los días, los ciudadanos se han dado cuenta que esta medida ha sido efectiva.

'Ojalá que el acatamiento a la norma siga primando', precisó Riascos Noguera.

Los transportadores afirman que a raíz de los controles y la aplicación de la medida, la movilidad ha mejorado.

Duro golpe. Los mototaxistas organizados, quienes hacen parte de asociaciones, coinciden en que lo que están viviendo es 'un duro golpe', pero están conscientes que tarde que temprano se iba a dar.

Ramón Rebolledo, presidente de la asociación de motorizados de Santa Marta, Asomosan, dijo que la decisión que se adoptó no es fácil de asimilarla porque se atenta contra la ‘cuchara’ del núcleo familiar'.

Sin embargo, manifiesta que era algo que tenía que suceder y que incluso, 'es un proceso que ya venía y que nosotros habíamos aguantado con el dialogo amigable que tenemos con el Alcalde'.

'Hoy estamos en mesas de trabajo con la administración porque creemos en que con orden y cumpliendo con las normas lograremos cosas buenas', anotó.

Rebolledo dijo que la medida fue una exigencia presidencial y que no hay duda que lo positivo de la misma se está notando con la tranquilidad que se está viendo en las calles.