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Fundación, Magdalena. Fundación nunca olvidará la lúgubre y sombría tarde del miércoles 28 de mayo. En la memoria de todos quedará el recuerdo de la ida al cielo de los 28 angelitos que se llevaron una parte del corazón de los habitantes.

El sepelio colectivo de las víctimas de la buseta que hace 10 días se incendió al sur de esta localidad, fue conmovedor, triste, desgarrador; mostró el rostro del dolor en toda su dimensión y retrató el sentimiento de la unidad basado en la solidaridad. El presidente de la república Juan Manuel Santos, vino, vio y calló. Prefirió no hablar por respeto a las víctimas.

Desde el peaje de Tucurinca –a la entrada al municipio de Aracataca– hasta el moderno cementerio Ángeles de Luz, en las afueras de Fundación, fue un peregrinar de personas, todas vestidas de blanco, que acompañaron a los familiares de las víctimas en su aflicción. El duelo se notaba en las calles.

LA LLEGADA. Los féretros arribaron a Fundación a las dos de la tarde. La bulla que caracteriza a esta población del centro del Magdalena se apagó para dar paso a las oraciones. El comercio cerró sus puertas y encendió velas.

Los carros fúnebres atravesaron la ciudad de norte a sur por las carreras 8 y 9, al tiempo que los habitantes ondeaban pañuelos y banderas blancas. Algunas terrazas fueron convertidas en altares.

Hombres y mujeres portaban camisetas en las que evidenciaba con mensajes el sentimiento y la congoja: ‘Unidos en Amor’; ‘Señor, ayúdame a ser un instrumento de consuelo’, se leía.

Al lugar de destino, en las inmediaciones del barrio Juan 23, se llegó en medio de ríos de gentes que derramaban lágrimas y lanzaban expresiones de incomprensión.

En el camposanto – que abría sus puertas por primera vez - el llanto lastimero de los padres se propagaba con eco infinito en todo el municipio y contagiaba, porque todos lloraban con profusa pena.

'Esto quedará en el recuerdo… es un golpe certero al alma', dijo Marco Mendoza, un comerciante nativo.

'Hay que aprender de esta tragedia', añadió el Josué Lavalle, un vendedor informal.

'Que el sacrificio de estos niños sirva para frenar la falta de autoridad', anotó Pedro Lastra.

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Un familiar de Kendry Bonett Meza parece elevar una plegaria al cielo.

LOS PADRES. Sin fuerzas y con pocas ilusiones pero con la fe cifrada en Dios, los padres de los niños no se separaban ni un instante de los ataúdes luego que el director de medicina legal se las entregara en sus manos.

Las cajas de madera, pintadas de blanco y recubiertas con una cinta morada, las acariciaban como si fuesen los cuerpos de sus hijos. Unos expresaban su dolor en voz alta; otros apenas susurraban.

'¡¡Despierta hijo!!', se le escuchó decir a Yomaira Molina, mamá de Claudia Mesa.

'Quizás estamos pagando la desobediencia a Dios', dijo Fernando García, papá de Eillen.

Rosa Cantillo, mamá de Michell y Carolina Quintero, tuvo palabras para aconsejar: 'Cuiden y valoren a sus hijos', dijo.

'Diosito, dame fuerzas para soportar este inmenso dolor', repetía aferrada al féretro una de las madres., 'Este es un momento de prueba, de fe', manifestó Ana Hernández, abuela de dos de las víctimas.

Sabemos que ellos están con el Señor ahora', fue la frase con la que la mayoría de los familiares tuvieron consuelo.

Antes de la eucaristía algunos de los amiguitos de los niños fallecidos les rindieron un homenaje con poemas, canciones y frases para no olvidar.

Erik David, uno de los niños que se salvó milagrosamente de esta tragedia, leyó un poema que le escribió a sus amiguitos fallecidos en el incendio del bus.

'Por la misericordia de Dios estoy vivo. Estuve en el trágico accidente. En medio del fuego salí... Sé que hay dolor en el alma y también en el corazón, pero sé que mis compañeritos en el cielo están mejor. Le pido a Dios que consuele a todas las familias que le colme de gozo y alegría en medio de todos sus males. Este 18 de mayo por siempre será recordado, porque un grupo de ángeles de la tierra con Cristo se marcharon'.

Seguidamente, otra compañerita de clases entonó la canción Cómo me haces falta, de Marco Antonio Solís. Al final miró al cielo y en medio de lágrimas les dijo: 'hasta pronto, cuídennos desde el cielo'.

LA EUCARISTÍA. Las palabras de los sacerdotes José Ordóñez y Dairo Navarro llegaron al corazón de las familias de los niños y de los concurrentes al sepelio.

'Aunque no tengan fuerzas, Dios reconfortará sus corazones', coincidieron los dos sacerdotes en medio de la homilía.

'Dios es el único que se queda con ustedes, los demás se van', añadieron. La misa transcurrió en un tono emotivo. Entre los cánticos y oraciones se podían escuchar sollozos y quejidos.

Al final, el pastor Álvaro Torres, de la Iglesia Pentecostal, invitó a los padres de los niños a que 'nos aferremos a Cristo, porque es la esperanza y es quien da la fortaleza'.