El fuego, uno de los elementos de la naturaleza que es adorado por los indígenas, fue justamente el que dejó, no en la calle, sino en medio de la espesura de la montaña a 34 familias que suman 170 personas pertenecientes a la etnia wiwa, que tiene presencia en toda la Sierra Nevada de Santa Marta.
El pueblo afectado el pasado miércoles por las llamas se conoce como Sanani y está localizado a solo cinco minutos del corregimiento Tomarazón, entre la zona rural de Riohacha y el pie de monte de la sierra.
No es un pueblo muy antiguo y, según informaciones, fue construido para la ubicación de los nativos que sufrieron el embate de la violencia paramilitar y guerrillera de hace unos años. Allí hay desplazados de varios pueblos nativos como Naranjal, donde los paramilitares de Jorge 40 hicieron varias masacres y desapariciones.
En la tragedia se quemaron 24 bohíos construidos con paja y con una arquitectura propia de la etnia, también sucumbió el salón para la atención de salud, dos salones de clase para los niños, un cuarto de herramientas y tres salones para la realización de las ceremonias sagradas.
Ayer estuvieron reunidos en la sede de la Defensoría del Pueblo varios organismos de socorro y los representantes de la atención de desastres del municipio de Riohacha y el departamento para coordinar la entrega de la ayuda humanitaria. Lo primero fue enviar hamacas para que pudieran pasar la noche sin problemas. También llevaron ayer en la mañana agua y alimentos, dijo Fabio Romero de la Cruz Roja.
En el incendio que dejó millonarias pérdidas materiales, económicas y también espirituales para los nativos, por fortuna no hubo heridos, debido a que gran parte de la comunidad estaba por fuera, probablemente en una ceremonia religiosa.