Desde hacía rato los moradores de los barrio María Eugenia y El Pando, al sur de Santa Marta, venían rogando porque lloviera y de esa forma aliviara sus padecimientos por la falta de agua a causa de la extrema sequía. La noche del jueves la petición de súplica se cumplió; el anhelado aguacero se vino sobre la ciudad, pero en vez de caer como una bendición, fue una inesperada maldición.
Unas 30 casas fueron anegadas por el agua que furiosamente y como si se tratara de un río desbordado, bajaba desde la montaña, arrastrando consigo piedras y peñascos que irrumpieron, dañando muebles y electrodomésticos.
'Tanto pedir para que lloviera y vea usted la desgracia que nos trajo', le dijo a EL HERALDO Josefina Santamaría, una de las damnificadas.
Sin embargo, en medio de la tragedia, esta mujer le dio gracias a Dios porque no hubo víctimas, ni en su familia, ni en la de los demás que como ella, sufrieron las consecuencias de la repentina avalancha. Y es que en su casa viven 21 personas integrantes de dos familias.
Guillermo Elías, uno de los que habitan esta vivienda de la carrera 13 con calle 47, dijo haber quedado perplejo por lo que sucedió. 'Se sintió un ruido feo… la avalancha se nos venía encima y entonces nos encerramos en un cuarto', comentó.
En el Pando la situación fue parecida, el cerro desprendió sus piedras y estas sepultaron las calles. 'Nos salvamos de milagro, porque a decir verdad, no estábamos preparados para algo así', manifestó Aldair Acevedo.
Liliana Aldana, del barrio María Eugenia, manifestó que hace dos años se registró una avalancha, pero no de tanta magnitud como la del jueves.
'Lo he perdido todo, no tengo nada, con el agua se fueron años de sacrificios y de luchas', dijo llorando.
OTROS SECTORES. La emergencia por el aguacero también causó afectación en la carretera que de Santa Marta conduce a El Rodadero, concretamente en inmediaciones al cerro Ziruma, el cual desprendió pedazos de rocas que cayeron sobre la vía, restringiendo a un solo carril el tráfico automotor.
En Pastrana, San Pablo, Manzanares y otros barrios del sur, hubo inundaciones pero sin las consecuencias trágicas de los arriba mencionados, es decir, María Eugenia y El Pando.
En estos sectores las calles se taponaron con capas de hasta un metro de lodo. También quedó mucho escombro sobre las mismas.
Contrariamente a lo ocurrido en el sur de la ciudad, los barrios del norte esta vez no padecieron. El agua bajó gracias a la construcción del canal pluviométrico. Pescaíto y Bastidas -en otrora los vulnerables- esta vez sus habitantes pudieron dormir tranquilos.
CENSO Y AYUDAS. Aunque oficialmente no ha sido entregado el resultado del censo de damnificados, EL HERALDO conoció que el número sería de 40 familias, aproximadamente, es decir, unas 200 personas.
El director de la defensa civil, mayor, Eduardo Vélez, manifestó que en reunión del comité de riesgos y desastres se analizará la situación de estos barrios del sur y se tomarán decisiones. Comentó que esto ocurrió, posiblemente, porque 'los cerros están siendo socavados y están perdiendo su capa vegetal'.
Ayer el Distrito distribuyó bien temprano raciones de desayunos entre las familias afectadas y continuó con la intervención en las calles con maquinaria pesada durante todo el día.
Toneladas de escombros
Un total de 1.000 toneladas entre escombros y lodo han sido retiradas, especialmente de la vía que conduce a María Eugenia y la carretera del Ziruma, sectores afectados por el desprendimiento de piedras y tierra provenientes de los cerros.
Luis Guillermo Rubio, secretario de Gobierno del Distrito, indicó que por directriz del alcalde Carlos Eduardo Caicedo se espera establecer en los próximos días un diagnóstico para la reconstrucción de las viviendas afectadas. Inicialmente estas familias recibieron colchonetas y comidas calientes.