Santa Marta. El árbol de caucho del Centro Histórico de Santa Marta que se convirtió en un símbolo de lucha por la vida y de la reivindicación del samario en defensa de su naturaleza, perdió la batalla por la supervivencia. Murió abandonado a su suerte, en el Polideportivo, a donde fue trasplantado en abril del 2015.
El traslado del emblemático árbol ocasionó varios 'plantonces' de ambientalistas que se negaban a la medida adoptada en ese momento por la autoridad ambiental porque consideraban lesiva.
Tres meses antes del traslado, el gigante de 15 metros de alto, un diámetro de copa de 12 metros y con medio siglo de existencia, cayó por efectos de la ‘brisa loca’. Logró sobre vivir con asistencia científica permanente y la aplicación de medicamentos especiales por parte del ingeniero forestal Carlos Llanos.
Sanciones
En las últimas horas el Departamento Administrativo Distrital de Medio Ambiente, Dadma, anunció la apertura de un proceso sancionatorio contra el grupo Fernández Inmuebles, a cuyo cargo quedó su mantenimiento luego de haber sido removido de la calle 22 con carrera 4 y plantado en inmediaciones de la Villa Olímpica.
'El árbol no está en las mejores condiciones', dijo Clara Iguarán, la funcionaria del Dadma, quien anotó que la empresa arriba citada, incumplió con los términos, obligaciones y compromisos por lo tanto tiene un proceso sancionatorio abierto. Actualmente esta entidad elabora un informe técnico sobre el estado del árbol para determinar las sanciones que se aplicarán.
Para el traslado del forestal al sitio donde hoy se encuentra, el gobierno local exigió la protección especial y la adopción de un plan de cuidado especial.
EL HERALDO quiso hablar con la constructora Fernández pero no fue posible lograr respuesta sobre el señalamiento del gobierno.
Las voces de rechazo a este nuevo desastre ecológico no se hicieron esperar. Amaranta Chipiaje, licenciada en artes plásticas y quien lideró uno de los plantones de ambientalistas, manifestó que hay que mirar lo que ha sucedido como 'el sacrificio del árbol para el cambio de mentalidad de la sociedad samaria en torno al medio ambiente. Esto nos ha dejado claro que los humanos no podemos alterar las cosas de Dios y la naturaleza', anotó.
La abogada Ana Karina Castañeda, del colectivo ‘Salvemos el Árbol de Caucho’, dijo que 'el palo está muerto' y añadió que murió porque lo abandonaron todos. Indicó que ella y otras tres personas más permanecieron al pie del árbol, regándolo y cuidándolo para que subsistiera.
La abogada dijo que 'no fue suficiente, pues la empresa encargada de su mantenimiento tenía que inyectarle hormonas de crecimiento y nunca lo hicieron. Además, duró más de un mes que no le echaban agua.
'Desde noviembre el caucho prácticamente murió, quedando en el polideportivo como un símbolo de la desidia', precisó.
El ingeniero agrónomo Adalberto Espeleta, sostuvo que 'al momento de haber sido sacado de su hábitat natural rompió raíces por lo que su anclaje en el nuevo terreno demora y con ello, se afecta el recibo de nutrientes. Al trasplantarse se estresa y llega el momento que muere', expuso.
Para el traslado se usó una camabaja y una grúa de 50 toneladas, además de 18 operarios que se encargaron de sacarlo y llevarlo a su nueva hábitat. Para hincarlo, el número de trabajadores llegó a 35. El árbol de caucho fue colocado en hueco de 8 metros de diámetro y 1.60 metros de profundidad. El terreno fue abonado y preparado para que empezare su nueva vida.