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Fundación, Magdalena. Aún con un inmenso dolor en el corazón, como ellos mismos lo aseguran, los familiares de los 33 niños que murieron el 18 de mayo del 2014 en Fundación, Magdalena - la mayoría calcinados dentro de un bus - se preparan para conmemorar los dos años de la tragedia que hizo llorar al mundo.

Mientras los padres de las víctimas ornamentan el pabellón del cementerio Ángeles de Luz, donde fueron sepultados, los maestros y compañeros de escuela organizan en sus salones un tributo a sus 33 ángeles.

Por eso ayer, Valentina, María, Deyker, Maicol, Sheila, Santiago y Laura, entre otros, estudiantes de 4 y 5 grado de la sede Antonio Nariño de la IED Fundación, aprendían como lección del alma las frases que mañana miércoles leerán ante el monumento que será develado en homenaje a los niños fallecidos, pero que también plasmarán en los 33 globos blancos que elevarán al cielo.

En el camposanto, Johnny Barón y Heriberto Pabón, junto con otros papás trabajaban al pie de las tumbas para instalar el piso en cerámica. Los papás también gestionaban a como diera lugar, la forma de que el municipio les solucione la energía del lugar luego de que desconocidos hurtaron los cables de la energía.

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La maestra Sofía Berbén frente al tablero con las fotos de los 33 angelitos de Fundación

Enorme vacío

Luz Marina De La Cruz Pico, rectora de la IED Fundación, tiene la misión de entregar las tarjetas en las que invitan a la ceremonia religiosa que a partir de las 4:00 pm de este miércoles se celebrará en el Monumento a Los Ángeles, ubicado en el sitio donde el bus se incineró, frente al estadio de fútbol del barrio Altamira.

La educadora dijo a EL HERALDO que la partida de los niños posee un propósito Santo que debe expandirse en todos los rincones del planeta. 'Ellos desde el cielo cantan la esperanza de un mañana mejor', manifestó.

Agregó que 'ahora, tenemos la gran oportunidad de corregir los errores y crecer juntos como sociedad que desea una niñez viva, alegre y sana. Desde el cielo nos están recordando que tenemos el poder de cambiar lo que sigue andando mal', precisó.

Aseguró, como lo expresaron las profesoras Carmen Montenegro y Sofía Berbén, que '18 de mayo es una fecha imborrable. 'El vacío que nos han dejado es inmenso', puntualizaron.

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Johnny Barón y Heriberto Pabón terminan los arreglos frente a la tumba de sus hijos fallecidos el 18 de mayo de 2014.

Justicia

Todos coinciden que tienen un dolor de corazón que nadie aliviará, pero reconocen a la vez que el amor que eternamente profesan por sus niños es lo único que nadie les puede robar.

Algunos todavía están sin palabras, siguen pensativos y encerrados en su propia soledad, esperando quizás escuchar la voz de su pequeño hijo; otros, más fortalecidos, hablan y exigen que no haya impunidad.

'Aquí estamos en pie, con una tristeza inagotable, pero ornado porque la justicia impere y la muerte de nuestros niños no quede sin castigo', dijo Josefa Escobar, madre de Juan Diego y Keysyi Johana Martínez, de 4 y 2 años, respectivamente, víctimas del siniestro.

Para ella no habrá nada que supla la ausencia de sus dos hijos, incluso ni Maripaz, la hija que nació en el hospital de Santa Marta tres días después de la tragedia y que espera sea bautizada por el ex gobernador del Magdalena Luis Miguel Cotes y de la actual mandataria, Rosa Cotes.

'Mis compadres parecen que andan muy ocupados, pero ellos dieron su palabra y yo les creo', afirmó.

Indicó que Maripaz , 'es un símbolo de vida. La amo infinitamente, pero mi Juan Diego y mi Kaysi Johana, tienen un sitio muy especial en mi corazón', dijo sollozante.

Pregunta una madre: ¿Y mi hija, qué?

A sus 82 años Roquelina Hernández dice que lo ha visto todo y que, por su pobreza, ha padecido lo inimaginable, pero le duele que la humanidad se olvide de su hija Rosiris Hernández, la única adulta que murió en el accidente. Tenía 41 años. Reconoce que los niños son prioridad, que sus muertes duelen más que la de un mayor, pero le entristece que casi nadie hable de ella, que no la mencionen para nada. 'Ni ustedes los periodistas'.

Manifestó que su dolor es doble, pues no solo falleció Rosiris, sino Yelena, la hija de ella y una de sus nietas consentidas.

'A veces pienso y hasta sueño que están viajando, pero al rato me doy cuenta de la cruda realidad', anotó.

Esta matrona del barrio Faustino Mojica, aseveró que 'nadie me ha regalado ni una bolsa de leche'.