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Delsy Miranda, Fidel Arévalo, Blasina Cabarcas, Juan Miranda y cientos de productores de mango de Ciénaga se han visto en la necesidad de liquidar a sus empleados en las fincas, pues el colapso de los precios en el interior del país y la decisión de la despulpadora en la Costa de no comprarles, los obligó. También les es penoso tener que botar la fruta por falta de salida.

Por estos días es común observar a orillas de las vías rurales de este municipio y en lotes no cultivados montañas de mango, en su mayoría de azúcar, que dibujan un triste paisaje, mostrando un drama nunca antes visto en la región, ni con este producto, ni con otros.

'Esto no tiene comparación… el mango es el soporte de nuestra economía', dijo Erick Gómez, líder comunal de la vereda Colorado, una zona en donde el cultivo y comercialización es el sustento de miles de personas.

Señalando con su índice derecho agregó: 'Allí, en esas pilas se va el futuro y las esperanzas de los jóvenes de esta sociedad'.

Es tanta la cantidad de mango que se pierde que ni el ganado en las fincas lo quiere consumir, pues, como afirmó Blasina Cabarcas, dueña del predio Casa de Tabla, 'hasta los búfalos están hastiados'.

Y es que las personas ya ni regalado lo quieren, porque transportarlo es caro por el alto costo del flete, por eso una de las propuestas que los cultivadores hacen al Gobierno Nacional es que financie viajes en camiones hacia la frontera, para mitigar el hambre de los vecinos venezolanos.

Desempleo total

Fidel Arévalo Badillo, secretario de Asofrucol seccional del Magdalena, manifestó que con la liquidación de personal en la región (más de 3 mil), la crisis se acentúa. 'Hay hambre y está latente la inseguridad', comentó.

En la zona sur de Ciénaga, en donde confluyen las veredas Colorado, La Mira, Ceibales, La Maya, Primavera y Pantoja, entre otras, se dan cita por estos días de cosecha personas de todos los lares del Caribe, especialmente del Atlántico, como Santo Tomás, Campo de la Cruz, Isabel López y Santa Lucía, además venezolanos, en busca de trabajo. Pero así como llegan se van.

'Con el dolor del alma les tenemos que decir que se devuelvan, que sencillamente… ¡aquí no hay trabajo!', comentó la productora Delsy Miranda.

Jorge Ariza, un joven de Campo de la Cruz, Atlántico, fue uno de los que se ‘tropezó contra la pared’. Optimista llegó a la vereda Colorado para trabajar en la finca El Monte de los Olivos, pero se encontró con la nefasta noticia. Juan Miranda, el propietario del predio le dio la mala nueva.

Quien quedó con una mano delante y la otra atrás fue Milton Suárez, bajador de mango y residente en esa misma zona. Su desespero radica en que Patricia, su hija de 10 meses de nacida, requiere de leche especial. 'Ella es la que más me preocupa, aunque también Maicol y Lety, pero ellos están más grandecitos, tienen 7 y 4 años, respectivamente', precisó.

A los obreros (recolectores, bajadores y lavadores de la fruta) se le pagaba un jornal diario de $30 mil y para ello debían recoger entre 8 y 10 canastillas, cada una con capacidad para 160 o 200 mangos, de acuerdo con el tamaño. 'Pagarles hoy a ese precio, es trabajar a pérdida', anotó Juan Miranda.

Diagnóstico

Con el objetivo de hacer un diagnóstico de la afectación y mala disposición del mango en el Magdalena, el ICA realizó una visita a las zonas donde los productores y comercializadores están arrojando el fruto, por la sobreproducción y poca comercialización que se presenta.

Esta actividad, busca analizar el volumen del material arrojado, inspeccionar visualmente la fruta desechada e investigar las posibles alternativas que permitan mitigar los efectos fitosanitarios en el entorno. 

Durante la jornada, se contó con la participación de algunos funcionarios de la Alcaldía Municipal de Ciénaga, de la Secretaria de Desarrollo Económico de la Gobernación del Magdalena, con el propósito de identificar las áreas afectadas para adelantar un diagnostico que permita evaluar los sitios con su debida georreferenciación.          

Esta visita, hace parte del seguimiento que se viene realizando a la problemática presentada por algunos productores de mango, los cuales arrojan los excesos de las frutas en las áreas y vías contiguas a otros cultivos.