Más reposada física y mentalmente, pero quizás con su dolor más agudo por las horas de ausencia, Sindy Velásquez intenta sobreponerse a la muerte de su pequeña hija Nataly, asesinada en la madrugada del pasado domingo en su casa del barrio Zarabanda, de Gaira, en el sur de Santa Marta.
Con su esposo Samir Pérez y su hijo de 6 años comparte la pena, a sabiendas de que no será menor, pero convencida de que por lo menos será más llevadera.
La familia dice que empezará a buscar nuevas fortalezas, de tal forma que le permitan construir un nuevo propósito. 'Quisiera que todo esto fuera una pesadilla, pero es la cruda realidad', sostiene.
RELATO DE SINDY
No ha naufragado en su mar de lágrimas, sino que se mantiene a flote, recordando a Nataly, aclarando rumores y dando explicaciones a los medios de comunicación.
La mujer relató cómo fue el momento cuando se enteró, en la madrugada de ese domingo, que su hija de 10 años había muerto apuñalada varias veces.
Narró que cuando ella y su esposo Samir llegaron a la casa, puso sobre el mesón de la cocina la comida que habían comprado minutos antes (una pizza). El hombre subió las escaleras, desde donde a pesar de la oscuridad se podía mirar el cuarto de los niños. Ella se quedó abajo.
'Sindy, mira la gracia que hizo Nataly, se cayó de la cama', expresó el esposo. 'Recógela', respondió la mujer.
Acto seguido el padre se acercó a la cama, prendió el foco y cuando alzó la niña, vio sorprendido que había un charco de sangre. '¡Sindy… corre, corre, ven a ver a la niña', gritó.
De inmediato la madre subió las escaleras y tras ver a su hija corrió hacia la calle buscando ayuda.
Agrega que 'estando afuera, vi cuando Daniel (un vecino) la traía en brazos y seguidamente se la entregó a ‘Pampa’ (otro vecino). Samir se había quedado arrodillado llorando e impotente en la casa.
'Yo agarré la niña y empecé a bajar el cerro. ¡Ayúdenme, ayúdenme… una moto una moto, pedía desesperada', comentó.
Indicó que el hijo de Gilberto Luna (la persona a quien implicaron en el crimen y que luego se habría suicidado en la celda de la Fiscalía) se encontraba durmiendo donde su abuela. 'Él sacó su moto y con ‘El Negro’ (otro morador del barrio) se llevaron la niña para el puesto de salud'.
Sindy logró conseguir una mototaxi que la transportó al puesto de salud. 'Le pregunté a la enfermera por mi niña, y ella me dijo: está muerta. Llegué hasta la camilla y fue allí cuando me di cuenta que tenía dos cortadas en el cuello y otras en el cuerpo. Yo pensé que se había dado un golpe en la cabeza', anotó.
Recordó que 'estando en el puesto de salud ‘Wil’ (como ella y todos en el barrio le decían a Gilberto Luna) se acercó y me preguntó por la niña… le dije que estaba muerta'.
La mujer dice estar segura es que ‘Wil’ o Gilberto 'nunca estuvo en la casa mientras yo permanecí allí'. Esta última aseveración dista de lo manifestado por Elsy Navarro, esposa del sindicado, quien sostuvo que 'Gilberto sí llegó a la casa de Samir y manchó sus zapatos con la sangre esparcida en el piso'.
Mientras las autoridades trabajan en el esclarecimiento del crimen y aúnan detalles para organizar el rompecabezas en que se ha convertido este trágico suceso, Sindy Velásquez afirma que 'no hay consuelo para tanta soledad'.