Las montañas de mango en las veras de los caminos del área rural de Ciénaga dejan al descubierto la agobiante situación que enfrentan los cultivadores de esta fruta por no tener mercados donde comercializarla. A esto se suma que ha aumentado el número de productores de mango por cuenta de la conversión de los cosechadores de cítricos, a causa de la bacteria HLB.
Las proyecciones de las pérdidas que tendrán los productores de mango en Ciénaga son poco alentadoras. 'En este momento se calcula que el cincuenta por ciento de la fruta se daña por no tener venta, pero como la cosecha no ha terminado, estimamos que las pérdidas podrían ser de hasta el setenta por ciento, lo que representa miles de toneladas desperdiciadas, porque ya ni el ganado se la quiere comer', afirmó Fidel Arévalo Badillo, productor de mango local y directivo de Asofrucol en el Magdalena.
Una hectárea produce alrededor de 25 toneladas de mango de azúcar al año y en total la cosecha de esta fruta genera seis mil empleos, de los que por lo menos mil son personas que llegan de otras regiones.
Pero la crisis que afrontan los mangueros, así como ocurrió casi del mismo modo el año pasado, ha obligado a los productores a prescindir de la mitad de los obreros, lo que aumenta los índices de inseguridad. 'Son entre 2.500 y 3.000 empleos que se dejan de generar, lo que obliga a muchos de estos obreros desempleados a robar para subsistir, a caer en la delincuencia. Es una terrible realidad de la que el Gobierno se hace el de la vista gorda. A los agricultores de la región nos tienen abandonados', aseveró Arévalo Badillo.