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Luis Barraza Escamilla, exdirector de la Oficina de Gestión del Riesgo de Desastres del Magdalena, dijo lo que hasta ahora muchos no han expresado, aunque sí lo hayan pensado: '¡La erosión costera entre Ciénaga y Barranquilla no la detiene ni Mandrake! (el mago)'.

Lo aseveró convencido de que quizás la solución al problema no pasaría tanto por las manos de los expertos en hidráulica o estudiosos del tema, sino por una acción natural que pueda darse y que si se logra podría considerarse como 'una intervención Divina'.

'Se requiere que exista una dinámica mayor de aportes de sedimentos al litoral a la que se da en pérdida del mismo', anotó.

Esto significa que mientras haya ese desequilibrio entre uno y otro (aporte y pérdida) muy difícilmente se solucionaría el problema.

Lo que en estos momentos está a la vista de todos quienes transitan por la Troncal del Caribe, ruta Ciénaga-Barranquilla, es que la alerta que generó hace más de una década la pérdida progresiva de la playa en el kilómetro 19, es la misma que hoy produce en otros puntos, como son los kilómetros 20 y 28 en donde el mar dista de la vía 15 y 40 metros, respectivamente.