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Los muertos en el camposanto San Miguel de Ciénaga ni han 'pasado a mejor vida', ni 'descansan en paz', aseguran los familiares de quienes están sepultados allí.

Los cienagueros están alarmados, sobretodo en estos días debido a la creciente aparición de mensajes satánicos sobre las tumbas.

Estas manifestaciones que están siendo rechazadas por las comunidades vecinas y por la misma Iglesia Católica, coinciden con la Noche de Brujas o Halloween que se celebran a final de mes.

El número 666 (considerado el número de Satanás, según el Apocalipsis) y las insignias del demonio aparecen inscritas en varias tumbas.

El cementerio de ‘los ricos’, como lo llaman porque reposan los restos de las familias adineradas y personalidades del municipio, también es objetivo de vándalos y desadaptados.

El robo de lápidas, rejas protectoras de las tumbas y los objetos de ornamentación en las mismas, asi como la marcación de estas con mensajes satánicos tiene a la comunidad vecina preocupada y desesperada.

Una intranquilidad que se acrecienta ante la utilización del lugar -en horas nocturnas- como nicho de consumidores de alucinógenos que se perciben sobre las criptas y entre los oscuros callejones.

Visitar a los difuntos 'es un martirio', que se mezcla con pena y se transforma en indignación, asegura Álvaro López, un ginecólogo al servicio de una clínica privada del municipio.

'Aquí he venido a acompañar a muchos amigos, pero es urgente una intervención para que el lugar no se siga deteriorando', añade.

'No son las pérdidas económicas lo que nos afecta, sino el daño moral que nos causa, al ver como las tumbas, que con espiritualidad hemos adornado, son dañadas', coinciden las familias de algunos de quienes han sido sepultados en San Miguel.

El cementerio está ubicado entre las calles 10 y 12 y las carreras 19 y 20, barrio Central, y tiene un área de 3.906 metros cuadrados y un total de 530 tumbas.

SEGURIDAD.  Pero el desasosiego no es solo de los familiares de los muertos, ni de la comunidad que habita en los contornos del camposanto, también del sacerdote Juan Nicolás Restrepo Pereañez -el párroco de la Iglesia San Juan Bautista - y de los Salcedo, la familia que ha cuidado el camposanto por muchos años.

Desde el púlpito, el padre Juan Nicolás ha hecho llamados a la reflexión y al sentido de pertenencia de quienes allí tienen a sus difuntos.

'Cada familia cienaguera tiene su bóveda y ellos son los que debieran velar por organizar un comité y hacer aportes mensuales para que haya una administración y darle orden, disciplina y seguridad', anota el clérigo.

Álvaro Suárez, quien llegó al San Miguel para visitar a su padre fallecido hace 6 años en un accidente, sostiene que a los muertos hay que tenerles respeto. 'Aunque ya no están con nosotros sino en una tumba, siguen teniendo un lugar especial en la familia', sostiene.