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Un incidente premonitorio de que las cosas no podrían salir bien ese día, vivió desde su salida de Barranquilla el bus 0345 de Caldas Recreo que transportaba a la familia Lleras y a unos amigos; en aquel alegre y bullicioso paseo hacia el balneario El Rodadero de Santa Marta, que terminó en tragedia hace 50 años.

El ferry que acarreaba los vehículos a través del río Magdalena, pues el puente Pumarejo aún estaba en construcción, dio inicio a las 8:30 de la mañana su lenta y pesada travesía sin percatarse de que el bus de los turistas barranquilleros aún no estaba debidamente instalado en la plataforma.

'La parte delantera quedó colgando, al conductor del ferry se le alertó a los gritos, y tuvo que regresar a la orilla para que el bus pudiera terminar de subir en forma debida. Nos llevamos un gran susto', recuerda ahora Jorge Luis Lleras Noriega.

Sin embargo, el ambiente de felicidad y regocijo que envolvía a los ocupantes del bus hizo pasar inadvertido este primer percance, y entre cantos, risas y aplausos todos siguieron alborozados el desfile sobre las aguas del Magdalena.

Jorge, quien entonces contaba 15 años, es uno de los sobrevivientes de aquel siniestro ocurrido a las 12:15 del mediodía de ese domingo 11 de enero de 1970, en el sector Mamatoco, inmediaciones de Santa Marta.

En ese cruce vial el tren de Ferrocarriles Nacionales conocido como el Expreso del Sol, que traía pasajeros de Bogotá a Santa Marta, arrolló el bus de Caldas Recreo, cuyo conductor de manera imprudente trató de adelantársele y ganarle el paso.

La locomotora destrozó el vehículo en mitad de la vía férrea, con el saldo catastrófico de 36 muertos y 14 heridos. 

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Entre las víctimas fatales 24 eran miembros de la familia Lleras. El resto eran amigos y vecinos invitados al disfrute.

Ahora, cincuenta años después, EL HERALDO reunió en el barrio El Recreo a seis sobrevivientes de esta, considerada una de las peores tragedias viales de la Costa Caribe en toda las épocas.

Los hermanos Alberto, Jorge y Raimundo Lleras Noriega, quienes perdieron a sus padres: Segismundo Lleras, su madrastra, Gloria De Lima; y a sus hermanas Omaira y Marbel Luz.

También hablamos con los hermanos Esteban y William Vargas Lleras, quienes vieron morir a su madre Hercilia Lleras; y sus hermanas Deysa y Gregoria.

Todos trajeron a la memoria el espeluznante episodio que les cambió la vida en apenas unos segundos, y que los marcó para siempre.

'Si el tren demora diez segundos, nuestra familia se salva', sostiene Alberto, para referirse al accidente que acabó con su padre, hermanos, tíos y primos.

Recordaron igualmente a una víctima colateral de la tragedia vial, Gregoria Paccini, la abuela paterna de los Lleras, que falleció de un infarto cardíaco al escuchar por la radio la noticia del accidente.