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Presidida por monseñor Pablo Salas Anteliz, se cumplió en la Catedral Basílica Menor, de Santa Marta, la Eucaristía exequial del obispo de esta ciudad, Luis Adriano Piedrahíta, fallecido el pasado lunes a causa del coronavirus.

Las cenizas del sacerdote llegaron al templo a las 9:00 am, tras un recorrido de 50 metros desde la Casa Episcopal, en donde reposaban desde el miércoles, tras haber sido cremado su cuerpo el martes.

Un hermano del obispo con su esposa, asistieron al acto en representación de la familia.

En la puerta principal de la Catedral el arzobispo Pablo Salas derramó agua bendita sobre el cofre que guardaba las cenizas, esto como signo de recordación de su bautismo.

'La muerte de monseñor Luis Adriano nos entristece, pero nuestra fe nos comporta a que Cristo vive eternamente', dijo el prelado.

Acto seguido el arzobispo y los sacerdotes caminaron por la nave central hasta el Altar Mayor en donde el cofre fue dejado.

'Nos consuela la fe y la esperanza', dijo en la homilía el Arzobispo.

Recordó que 'en esta pandemia, la muerte ha llegado a todos y es posible que estas circunstancias sigan por los días que vienen'.

En este sentido aconsejó no banalizar la vida 'porque los días pueden ser muchos, pero también pocos'.

Por eso hizo énfasis en que 'hay que vivir la vida en Cristo, porque esto significa tener razones para vivir'.

Monseñor Salas recordó que en la reunión que el 9 de diciembre los Obispos de la Provincia de Barranquilla sostuvieron en su casa, Luis Adriano Piedrahíta le hizo saber que los días siguientes iba a iniciar encuentros con sus sacerdotes, al afirmarle que había tenido una cuarentena muy larga, cuidándose. No lo pudo hacer porque se enfermó para morir.

'En su lecho de dolor monseñor Luis Adriano vivió su pascua y su pasión', dijo el arzobispo Pablo Salas Anteliz.